DOS MIRADAS

El pueblo no vota

Apelando a aquel "Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí" de Tarradellas, no está de más recordar que el día 21 son millones de ciudadanos los que están convocados a las urnas

Manifestación en la calle Marina el pasado día 11.

Manifestación en la calle Marina el pasado día 11. / periodico

EMMA RIVEROLA

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Al fin, lo único palpable e indiscutible es que somos ciudadanos (sin inicial capital). Somos nuestras contradicciones, nuestras fobias y nuestras filias. Desde esa individualidad tenemos la capacidad de unirnos a otros para reivindicar derechos y luchar por un futuro. Es en la unión de esa pluralidad donde radica la fuerza de la ciudadanía.

El pueblo es algo más difuso. Sus límites los marca la mirada de cada cual. Para los que leen la realidad desde una visión únicamente identitaria, el pueblo no sabe de clases sociales. Por el contrario, los que se erigen en voz de la calle identifican al pueblo como aquellos que se enfrentan al poder de las élites

En su nombre

En Catalunya llevamos años hablando del pueblo. En su nombre se ha gobernado, quebrado la legalidad y emprendido una aventura que, más allá de las promesas, nos ha dejado varados en el momento actual. Se ha hablado de pueblo y ni siquiera todos los actores que apelaban a él compartían la mirada. El pueblo del extinto Junts pel Sí tenía poco que ver con el de las asambleas de la CUP. Por mucho que unos y otros se sintieran representantes de todos y que, para desgracia democrática, ninguno de ellos tuviera en cuenta a la mitad de los ciudadanos de Catalunya.

Apelando a aquel "Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí" de Josep Tarradellas, no está de más recordar que el día 21 son millones de ciudadanos los que están convocados a las urnas. Los múltiples pueblos pueden descansar.