SECUELAS DEL 'PROCÉS'

Todos los afectos del desafecto

Somos muchos, a un lado y otro del Ebro, que queremos una sociedad más justa, igualitaria y respetuosa

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EMMA RIVEROLA

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Parecía un amor loco. Una pasión intensa, pero pasajera. Una aventura tan efervescente como fútil. Pero pasan los años y las encuestasencuestas certifican la pervivencia de ese amor. Inasequible a los errores y a las contradicciones. Se pone como fecha del idilio la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el EstatutTribunal ConstitucionalEstatut, la puntilla a una desafección gestada a base de desprecios e incomprensiones mutuas. Pero nada es tan sencillo. Y bajo la 'estelada' se esconden afectos muy diversos. Amores incluso opuestos, que ahora caminan juntos para ser más fuertes, esperando el momento de separarse. 

No se entiende el 'procés' sin el afecto esencial. La defensa de aquello que conforma la identidad colectiva: lengua, cultura, historia… En una España que no ha sabido mirarse y admirarse en toda su diversidad, la uniformidad es el refugio de los conquistadores. Aquel "españolizar a los niños catalanes" fue algo más que una frase impropia, fue la verbalización del desencuentro.

Problema global

Junto a la mirada clavada en lo que fuimos y lo que somos, hay otra que mira al futuro. Y no le gusta adónde vamos. El 'afecto rupturista' ha atraído a todos aquellos que, ante la evidencia de un sistema injusto, de un modelo económico y social que nos quiere esclavos, consumistas y alienados, buscan otras formas de gestión. Y exploran alternativas más humanas y solidarias, alejadas de modelos podridos por la corrupción. El problema es global, pero ¿por qué no empezar desde aquí?

Sin estar tan intrincado en la política, está, simplemente, el afecto a los míos. La necesidad de formar parte de una corriente colectiva, de no quedarse fuera, de estar donde ahora toca… Y la lista no acaba. También hay otros afectos más oscuros, más viles. Pero no podemos convertirlos en únicos, ni hacerlos extensibles a dos millones de personas.

Si se quiere reparar la desafección, algunos de los afectos que han confluido en el 'procés' pueden ser el motor de otra España. Somos muchos, a un lado y otro del Ebro, que queremos una sociedad más justa, igualitaria y respetuosa.