La cita del 21-D

Frente democrático

El soberanismo debe plantear un nuevo marco sin las urgencias del 'procés' y buscando alianzas con todos los partidarios de la autodeterminación, sean 'indepes' o no

Manifestacion de la Diada del 2017

Manifestacion de la Diada del 2017 / Julio Carbó

ROGER PALÀ

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Las elecciones del 21-D se celebran en un contexto de gran dificultad para el independentismo. No solo por las consecuencias de la acción represiva del Estado, sino también por el peso de los propios errores. La denuncia del autoritarismo no debería ir en detrimento de un ejercicio de autocrítica.

El capital acumulado durante el 1 de octubre y la posterior 'aturada de país' del día 3, donde por primera vez 'indepes' y autodeterministas compartieron espacios de lucha, eran un buen punto de partida para articular un frente amplio en defensa de las libertades, los derechos civiles y la autodeterminación. Pero los partidos 'indepes' han repetido con el 1-0 el mismo error del 27-S: creerse más fuertes de lo que realmente son. El referéndum puso en cuestión el régimen del 78, pero el contexto en que se llevó a cabo y el resultado -40% de participación- no eran un aval sólido para una declaración unilateral de independencia.

Gesto simbólico

La DUI del 27-0 no tuvo efectos: ni el Govern intentó implementar la República ni tampoco la ANC, Òmnium o los Comités de Defensa de la República -con una fuerte influencia de la CUP- salieron a la calle para tratar de hacerla efectiva. Los partidos independentistas prefirieron un gesto simbólico -con enormes costes personales, sobre todo para los que están en prisión- que arriesgarse a plantear otros escenarios que pudieran ser interpretados como un paso atrás.

Sin embargo, si no hubiera habido DUI, el independentismo, partiendo de un relato de defensa de la democracia y de los derechos civiles, tal vez habría podido articular una alianza estratégica que desbordara su propio círculo, interpelando al mundo de los Comuns y a parte del PSC. Esto le habría permitido asumir en clave ofensiva unos comicios que podría haber convocado el propio Govern. Ahora, en cambio, lo que tenemos es un escenario de desorientación soberanista, los partidos constitucionalistas disparados, y los Comuns laminados para la lucha interbloques.

Del 21-D difícilmente surgirá una mayoría viable. Si los partidos independentistas no suman 68 escaños, necesitarán de la abstención o los votos de los Comuns para investir a un presidente. Poner de acuerdo a cuatro partidos en un contexto de normalidad ya sería complejo. El actual momento, requerirá altas dosis de filigrana. En el campo constitucionalista, Ciutadans solo estaría en situación de gobernar si pone de acuerdo no solo al PP y el PSC, sino también a los Comuns. A priori, parece un escenario difícil. Por eso no debemos descartar un hipotético bloqueo y la convocatoria forzosa de nuevas elecciones.

Si el independentismo quiere seguir siendo el actor político central en Catalunya tendrá que asumir que hemos entrado en una nueva fase, que estará marcada por las consecuencias de una represión que se alargará años. En este contexto, sería bueno dejar de lado las soluciones mágicas y trabajar para construir un frente democrático en defensa de las instituciones, contra el 155 y la represión y por el logro de un referéndum efectivo. Esto puede implicar renuncias en el presente, pero también sentar los cimientos del futuro.