Dos miradas

Bulos y más bulos

El Gobierno del PP se ha ganado el 'piensa mal y acertarás', pero poner en duda la limpieza del proceso electoral nos sitúa en algo parecido a la tierra quemada

Xavier García Albiol haciendo campaña en el mercado ambulante de El Prat de Llobregat.

Xavier García Albiol haciendo campaña en el mercado ambulante de El Prat de Llobregat. / periodico

EMMA RIVEROLA

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El último, la posibilidad de un pucherazo en las elecciones del 21-D. Diversas informaciones se sumaron a la sospecha. Desde personas que denunciaban en las redes sociales haber recibido en su domicilio tarjetas censales a nombre de desconocidos (lo que se achacaba a la posibilidad de que el censo se hubiera inflado), a dudas sobre la posibilidad de que Indra, la empresa encargada de distribuir los datos electorales, pudiera manipular el recuento.

Basta con informarse de las fechas de constitución del censo como del procedimiento que se sigue en el escrutinio español para desechar las posibilidades de fraude. Aun así, el bulo corrió y la sospecha anidó en muchos. No solo en personas desinformadas.

¿Rendición ante la propaganda? ¿Primacía de la emoción ideológica sobre la lógica de la razón? ¿Activismo por la intoxicación? Quizá sí en algunos casos, pero no en la mayoría. Nos hemos instalado en la desconfianza. Algo que en dosis controladas es necesario para mantener la objetividad, pero que en sobredosis nos deja sin un palmo de tierra donde afianzarnos. El Gobierno del PP se ha ganado el piensa mal y acertarás, pero poner en duda la limpieza del proceso electoral nos sitúa en algo parecido a la tierra quemada. Si arrasamos con toda la credibilidad democrática, si matamos cualquier resto de confianza, solo estamos añadiendo dificultades a un futuro que, sí o sí, tiene que pasar por el diálogo.