Opinión | Editorial

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Esperando a Puigdemont

Es lógico que Interior quiera evitar que un hipotético regreso del 'expresident' sea explotado electoralmente

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zentauroepp41214950 ousted catalan leader carles puigdemont attends a rally with171206202442 / YVES HERMAN

Carles Puigdemont, huido a Bruselas, libre de ir a cualquier parte del mundo menos España, es uno de los protagonistas de la campaña electoral que él desistió de convocar cuando tuvo la oportunidad de hacerlo. Encabezando Junts per Catalunya, los sondeos indican que ha logrado reducir distancias con ERC, cuyo cabeza de lista, Oriol Junqueras, prefirió afrontar la acción de la justicia en lugar de huir. Junqueras  cumple hoy prisión preventiva mientras Puigdemont, autoproclamado 'president' en el exilio, saca rédito electoral de la apelación a los más profundos sentimientos de los votantes independentistas.

En este contexto, cuándo y cómo regresará Puigdemont a Catalunya se ha convertido en motivo de elucubración política para todos los implicados en la campaña electoral. Desde el punto de vista sentimental, irracional, la llegada de Puigdemont por sorpresa a Catalunya y su consecuente detención, convenientemente planificada y difundida por redes sociales y medios de comunicación, podría tener un efecto imprevisible en el proceso electoral. De ahí que una parte del entorno del 'expresident' considere esta posibilidad.

Ante esta tesitura, no debe sorprender que Interior haya decidido blindar las fronteras en caso de que Puigdemont decida regresar y orquestar un acto electoral con su detención. El 1-O, las imágenes de las intolerables cargas policiales dieron la vuelta al mundo, y aún hoy son esgrimidas por el independentismo para legitimar una votación que careció de ninguna garantía democrática. De la misma forma, la lógica detención de Puigdemont tras darse a la fuga daría al 'expresident' una carta propagandística de primer orden con la que alimentar su discurso victimista. Es lógico que Interior prefiera la discreción. 

Resulta descorazonador que unas elecciones tan trascendentales como las del 21-D puedan estar al albur de  decisiones y actitudes que se escapan del ámbito eminentemente político. Sometidos a vaivenes de todo tipo, resulta muy complicado para los ciudadanos centrarse en juzgar la gestión del último Govern de la Generalitat y estudiar las propuestas de unos y otros para sacar a Catalunya de la grave crisis política en la que se encuentra sumida. La responsabilidad y la altura de miras son un bien escaso en la política catalana.