OPINIÓN
Cómo ser un equipo aún más creíble
Albert Guasch
Periodista
Albert Guasch
Cuando se ha visto el documental 'Jim y Andy', cambia para siempre el concepto que se tiene de Jim Carrey. Los prejuicios se trituran y se desvanecen. Ya nunca más es ese actor histriónico e irritante de cara elástica. Fascinación máxima. El documental, que puede verse en Netflix, rememora el rodaje de 'Man on the moon', la película sobre el cómico Andy Kaufman, y observa a Carrey llevarse su personaje a todas partes. Deja de ser él mismo para transformarse en Kaufman las 24 horas: en casa y en la sala de maquillaje, cuando habla con el director del filme, cuando se relaciona con los otros actores y hasta cuando establece contacto con los familiares reales de Kaufman. Carrey, el hombre famoso con sus alegrías y sus penas, desaparece por completo durante todo un año. Es la encarnación total.
Cuando se escuchó ayer a Mourinho quejarse del árbitro tras su humillación en Old Trafford ante el City de Guardiola, uno puede acordarse de Carrey. ¿Interpreta eternamente el portugués un personaje ruin y patético? ¿Se lleva también sus gimoteos a casa? ¿Realmente es así? Algo similar sucede cuando Cristiano Ronaldo, bajo el estímulo euforizante del quinto Balón de Oro, se atreve a proclamarse en público el mejor jugador de la historia. Como si no pudiéramos ver a Leo Messi lucirse partido tras partido, temporada tras temporada.
¿Se cree su fantasía cuando se estira en el 'chaise longe' de su mansión de Pozuelo de Alarcón, control remoto en mano, y visualiza jugadas y goles en el televisor? Es un grande, qué duda cabe, pero el mejor entre los mejores es, obviamente, el que ayer de nuevo repartió con paciencia juego por todo el campo (sobre todo hacia Jordi Alba), desequilibró con fintas eléctricas y provocó la hilarante y a la par dolorosa colisión entre dos centrales del Villarreal en el segundo gol. Messi interpreta al mayor genio del fútbol con una cotidianidad surrealista.
El mejor guardameta del mundo
En Vila-real Luis Suárez se despojó parcialmente de ese papel de futbolista mediocre que tantas veces ha sacado a escena esta temporada y recuperó su esencia, la de depredador del área, en el primer tanto del Barça. Debería servirle de punto de inflexión. Y el que mantiene su rol de salvador es Ter Stegen, posiblemente el mejor guardameta del mundo ahora mismo junto a De Gea. Inolvidable regalo de Zubizarreta.
Ahora Valverde necesitará en el mercado de invierno algún que otro regalito. Alcácer y Aleix se vistieron de revulsivos. Quién lo iba a decir. Hicieron lo correcto, pero el Barça requiere de más potencia desde el banquillo para ser más creíble. Aún más.
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