No da para más

Kiko Hernández.

Kiko Hernández. / periodico

Ramón de España

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Ha costado lo suyo, pero parece que la audiencia ya no puede más de 'Sálvame' y de 'Gran Hermano'. Las audiencias se desploman: se dice que 'Sálvame' lo chaparán en febrero y que la última edición de 'Gran Hermano', pomposamente bautizada como 'Revolution', pierde espectadores a cada emisión, hasta el punto de que Paolo Vasile, mandamás de Tele 5, ha parado la siguiente entrega de 'Gran Hermano Vip', que era como la otra, pero con unas cuantas 'celebrities' de chichinabo. Y veremos qué pasa con 'Supervivientes', que hasta ahora sobrevivía a base de concursantes deshidratados o con hipotermia, ataques de histeria de algún participante y alguna maciza en tanga con todo su interés personal focalizado en el trasero.

Analfabetos funcionales

España es el país en que más ha durado 'Gran Hermano', ante la incomprensión de quién esto firma. Nunca entendí a quién podían interesarle las cuitas de una pandilla de analfabetos funcionales en busca de una fama y una fortuna que, por regla general, se les mostraban esquivas. Aparte de Kiko Hernández, que ascendió a base de mezquindad y mala uva de concursante a tertuliano -parece que levanta un cuarto de millón de euros anuales con sus apariciones televisivas-, ¿quién se acuerda de los demás participantes, de sus historias de amor en directo, de sus rabietas, de su desesperación por ser alguien?

No hay que cantar victoria. 'Sálvame' y 'GH' pueden ser sustituidos por propuestas aún más letales para la psique de los españoles

Con un poco de suerte, uno de los chicos ponía un bar en su pueblo al que la gente dejaba de acudir cuando el sujeto ya no era famosillo. O algunas chicas podían salir desnudas en 'Interviú' y sacarse unos euros. Pero eso era todo. Por regla general, los concursantes de un año enviaban al olvido a los del anterior, y así sucesivamente. La sensación que uno tenía al ver era el programa era la de estar en un restaurante no muy bueno y tener que aguantar, encima, la inane conversación a gritos de los de la mesa de al lado. Y, sin embargo, la gente se enganchaba, tal vez por el consuelo de observar a un grupo de homínidos más tontos que uno. O porque, como aseguraba sin rubor Mercedes Milá, aquello era un experimento sociológico de campanillas.

Pero no hay que cantar victoria. 'Sálvame' y 'Gran Hermano' pueden ser sustituidos por propuestas aún más letales para la psique de los españoles. Jorge Javier Vázquez ya debe de estar maquinando algo al respecto, no lo duden.