OPINIÓN

La tentación de mirar lejos y no cerca

Mascherano controla el balón en el partido contra el Málaga en el Camp Nou.

Mascherano controla el balón en el partido contra el Málaga en el Camp Nou. / periodico

Albert Guasch

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Dos recuerdos elementales y consabidos. Podrían evocarse otros dos. Pero salen estos. Cuando Johan Cruyff se quedó sin Juan Carlos ni Goikoetxea en el lateral izquierdo, puso a un chico que solo conocían los fieles del Mini Estadi. Exitazo. "Ya tenemos uno más", bendeció el holandés tras una portentosa actuación de Sergi Barjuan ante el Galatasaray en la Copa de Europa de 1993-94. Antes, en 1990, cuando Amor estaba sancionado, Milla se acercaba al Madrid y Núñez negó el fichaje del orondo MolbyCruyff tuvo a bien de alinear a Guardiola en un partido de Liga ante el Cádiz. Y ya no se movió. El principio de dos largas y felices trayectorias en el Camp Nou.

Vienen a cuento estas historias en color sepia por el asunto del central. Lesionado para rato Umtiti, ahora que se consolidaba como uno de los mejores centrales del panorama Champions, y renqueante aún Mascherano, a Valverde se le agrieta la pared maestra del eje defensivo. Se piden refuerzos en invierno. Se reclama la llegada urgente de Yerry Mina, el central colombiano del Palmeiras, que el Barça puede adquirir por nueve millones. Se fantasean con más nombres defensivos. Cuatro centrales con ficha en el primer equipo ya no parecen bastar. 

Es en situaciones como estas que la Masia debería ser útil. Uno desconoce qué piensan los técnicos y los habituales del Mini de Costas, Cuenca y cualquier otro joven central que ambiciona escalar hasta la cima del primer equipo. Es bonito jugar a descubrir futbolistas con ADN Barça por el mundo, pero se diría que aún lo es más encontrar talentos en casa. Vale la pena disipar las dudas que puedan existir con los jóvenes de la cantera exponiéndolos a la presión, más que pecar de prudentes y reservarles hasta váyase a saber cuándo. Si uno no funciona, mala suerte. No se pierde nada. Pero si va bien, surgen entonces esas historias de alto vínculo emocional. Y, encima, sale más barato.