Mirador

Tapando lo suyo

Las cuitas judiciales del 'procés' desvían la luz de los focos de la corrupción del PP

El extesorero del PP Luis Bárcenas.

El extesorero del PP Luis Bárcenas. / DANIEL OCHOA DE OLZA

JOSEP MARTÍ BLANCH

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Los jordis y los consellers cesados con la aplicación del 155 dormirán en prisión como mínimo hasta el lunes. El magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena tendrá todo un fin de semana para, entre partido y partido de fútbol, decidir si los excarcela a cambio de una fianza, manteniendo la coherencia que debiera con la decisión que en su día tomó para con los miembros de la Mesa del Parlament. La prisa era para meter entre rejas. Volver a casa puede esperar. Solo quien está privado de libertad puede explicar la angustia que cabe en un recipiente de 48 horas. 

De concretarse el cambio de las medidas cautelares, que ya se verá, porque alegremente y con frivolidad extrema se da por hecho lo que solo es una posibilidad, será en contra del criterio de la fiscalía, que sigue solicitando el mantenimiento de la prisión incondicional con los mismos argumentos que en su día sirvieron para su enchironamiento por parte de la jueza del Tribunal de Orden Público –perdón, Audiencia Nacional– Carmen Lamela. Ya se sabe que los fiscales, muy independientes ellos salvo alguna cosa, no son muy amigos de rectificar.

De ser así, el lunes, víspera del inicio de la campaña electoral, el único escenario de anormalidad extrema –amén del 155 omnipresente y omniinnecesario– estará en Bruselas con Carles Puigdemont y la parte del Govern cesado que decidió acompañarle en la estrategia del autoexilio. Atentos a los efectos que puedan derivarse del hecho de que todos los partidos puedan hacer campaña con su plantel al completo a excepción de la llista del president. El escenario es imprevisible, pero lo más presumible es que la campaña se le haga muy larga a quien no puede participar en ella con normalidad.

'Luis Sé Fuerte'

Ayer pasaron más cosas en los juzgados. Por muchos focos que haya para iluminar la actualidad, estos siempre son limitados y no alumbran con igual claridad todas las pistas del circo. Así que mientras el haz de luz de la información se posaba sobre las declaraciones de políticos y activistas que en Catalunya son para muchos presos políticos, para otros tantos personas que sufren unas medidas cautelares excesivas e injustificadas y para algunos, los menos, personas que deben seguir entre rejas; en otro juzgado, menos glamuroso, el 32 de Madrid, la jueza Rosa María Freire ordenaba la apertura de juicio oral contra el PP por la destrucción de los discos duros de los ordenadores del que fuera su tesorero Luis Bárcenas, más conocido como Luis Sé Fuerte.

Por primera vez un partido político en España se sentará todo él, enterito, como persona jurídica, delante de un tribunal para explicar la destrucción de pruebas que afectan directamente al caso de los sobresueldos en negro para los líderes populares, que investiga la Audiencia Nacional.

¿Pero hay que entretenerse con estas bagatelas de la corrupción del PP mientras siga habiendo leña del procés para echar al fuego? El mantra que viene del centro afirma desde el inicio de los tiempos que con la senyera los catalanes lo tapamos todo. ¿Caen en la cuenta de que ese todo, comúnmente, se refiere a lo suyo?