Tú y yo somos tres
Évole, entre Daesh y Maduro
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
Ferran Monegal
Supongo que Jordi Évole habrá dudado mucho si comenzar su temporada número 13 de Salvados (La Sexta) con su visita a Mosul y Raqqa, o con su visita a Nicolás Maduro. Se ha decidido por Irak, por la guerra, por la criminal devastación que el Daesh ha producido. Lo celebro.
La audiencia ha sido buena, más de un 13% de cuota de pantalla. Seguramente, cuando lance su entrevista a Maduro la superará. Ya hemos visto breves flashes de esta conversación, diciendo el venezolano: "¡No ha sido una entrevista, ha sido un interrogatorio! ¡Me ha hecho 100 preguntas, y 98 de ellas llevaban veneno!". ¡Ah! Esto concita un morbo tremendo. Pero no deja de ser la visita a un mandatario extravagante, autoritario, dictatorial.
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Su visita a Irak y Siria es algo mucho más profundo. La conversación en Mosul con el periodista Mikel Ayestaran ha sido demoledora. Un baño de realismo. Un realismo que no queremos ver. Contaba este corresponsal, rodeados de devastación y muerte, lo que le cuesta poder colocar una crónica de un par de minutos en algún canal televisivo. Esta guerra ya no está de moda. "Occidente solo reacciona cuando los terroristas islámicos golpean en sus propias ciudades, en sus propios países: Londres, París, Barcelona...".
Contaba también Ayestaran que el Daesh llegó a Irak con kalashnikov y con libros. Las metralletas para matar y sembrar el terror. Los libros para las escuelas. Para adoctrinar a los niños. Les hacen sumar con balas: 1 bala + 1 bala = 2 balas. Les enseñan a familiarizarse con los fusiles, los tanques, las mochilas explosivas. Les adoctrinan sobre cómo deben vestir, cómo deben llevar la barba sus padres, cómo deben cubrirse, de pies a cabeza, las mujeres.
En Raqqa (Siria) encontró Évole a un joven español, Alberto, que decía empuñando un fusil: "Soy de izquierdas, soy feminista, y he venido a hacer la revolución y liberarles del Daesh". Y a la pregunta: "¿Tú ibas a las manifestaciones del 'No a la guerra'?" contestó: "Sí, pero ha llegado un momento en que he decidido que debía estar aquí".
Y de pronto ha encontrado Évole también a un grupo de jóvenes armadas que, empuñando sus metralletas, decían: "El Daesh nos quiere muertas, pero nosotras les estamos derrotando. Es un orgullo".
Este trabajo nos golpea. Es la utilidad del buen periodismo. Con Maduro será otra cosa distinta.
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