Tengamos la fiesta en paz

La fiesta –al menos da la impresión– ha comenzado algo alterada en el hogar del Movistar. Las indirectas entre quien hasta ahora era líder principal, Nairo Quintana, siempre con el permiso de Alejandro Valverde, y el supuesto nuevo jefe de filas que llega a la escuadra, Mikel Landa, han provocado, cuanto menos, una sensación de cierta alarma.

"Landa es un chico que va a aportar mucho al equipo. Como líder que soy es bienvenido", reivindicó Quintana en una entrevista a 'El País', publicada días después de la presentación del Tour 2018. "Me gustaría tener otra bienvenida de Nairo", contestó Landa en otra entrevista, en este caso en 'Mundo Deportivo'. Eusebio Unzué, el máximo responsable del equipo, guardó silencio, como debe ser, porque esta semana se citaba todo el Movistar en una concentración de pretemporada, sin bici, más técnica que física, en las afueras de Pamplona.

Valverde se desmarcó

Solo por si acaso, Valverde se desmarcó y dijo para aportar algo de sosiego, que él sacrificaba el Tour y se ofrecía al equipo para disputar como jefe Giro y Vuelta.

El Movistar ha realizado una inversión extraordinaria para contratar a Landa, tras demostrar en el pasado Tour, a pesar de actuar como gregario de Chris Froome, que tenía calidad para aspirar a la victoria. No se debe contemplar una ronda francesa sin la presencia del corredor alavés. Quizá Quintana no tenía ninguna necesidad de reivindicar su nombre porque la carretera es suficientemente dura para dictar sentencia. A él, a Landa, a Valverde y a cualquier rival.

Unzué quiere a los tres en el Tour. Luego ya se verá quién es el líder en el Giro y quién acompaña a Valverde a la Vuelta. El silencio muchas veces es el mejor compañero de viaje. Enviar recados a través de la prensa tampoco es una fórmula recomendable para un deportista. Y más si se tiene en cuenta que al noveno día del Tour los adoquines de Roubaix pondrán a cada uno en su sitio.