Opinión | Editorial

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Un camino aún más estrecho

Los que animan a Puigdemont a la DUI no explican cómo pretenderían hacerla efectiva sin apoyos exteriores

Carles Puigdemont recibió a José Manuel Maza en el Palau el pasado 24 de mayo.

Carles Puigdemont recibió a José Manuel Maza en el Palau el pasado 24 de mayo.

El camino para evitar que Catalunya pierda su autogobierno es cada día más estrecho. Los plazos de aplicación del artículo 155 de la Constitución se van cumpliendo en el Senado sin que los que tienen la potestad de frenarlo  hagan nada. El president Carles Puigdemont seguía ayer enredado en un falso debate consistente en contraponer dos caminos para evitar la suspensión de la autonomía: la huida hacia adelante en forma de Declaración Unilateral de Independencia (DUI) o la convocatoria de elecciones .  Se trata en realidad de un dilema inexistente porque el camino de la unilateralidad no hará otra cosa que acelerar y agravar la aplicación del 155.

En este contexto, el mandatario catalán ha cometido un grave error: despreciar la invitación del Senado ara acudir a presentar sus alegaciones a la tramitación de este traumático artículo. Un gesto que cuesta de entender a todos aquellos que cargados de buena fe han dado credibilidad en las últimas semanas a sus reiteradas apelaciones al diálogo. Tampoco le va a ayudar mucho esta actitud a reavivar alguno de los apoyos internacionales que tan desesperadamente ha buscado y no ha encontrado, ni para una mediación ni mucho menos para un reconocimiento de esa república que ser pretende proclamar este viernes. 

Todo indica que Puigdemont podría quedar finalmente atrapado por quienes le proponen huir hacia adelante, profundizar en el desafio, ahondar en la tensión, agravar el desastre con una DUI que son incapaces de explicar de qué manera piensan hacer efectiva como recordaba este martes el exconseller Mas Colell. No han concretado en ningún momento con que energías internas piensan implementar semejante desafío, con qué fondos económicos, con qué capacidad organizativa, especialmente si la Generalitat está intervenida, y sobretodo con qué apoyos internacionales.

El tiempo se acaba y hay más puertas cerradas que entreabiertas. Puigdemont va a tomar la decisión definitiva en la más absoluta soledad y probablemente lo tendrá que hacer desoyendo a alguna de las partes. O a los cada día más numerosos consellers que le piden elecciones o a los que son partidarios dramáticamente del cuanto peor, mejor. Una actitud absolutamente irresponsable que menosprecia algunos de los valores clásicos de la tradición catalanista de que el independentismo pretende ser heredero: el progreso económico, la cohesión social y la unidad civil. Todo lo pretenden tirar por la borda antes de hundirse.