LA CLAVE
Dastis y el relato
El Ejecutivo español no tiene solo un déficit de comunicación; su problema es que según qué no hay forma de comunicarlo para que quede bonito
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
JOAN CAÑETE BAYLE
Somos un conflicto internacional, lo cual implica el aterrizaje de multitud de periodistas extranjeros. Hoy hay en Barcelona reporteros locales, muchos de ellos bregados en la información internacional, que trabajan como fixers de medios de todo el mundo, de la misma forma que ellos solían buscar fixers en África u Oriente Próximo. La cobertura de un conflicto internacional tiene reglas, y se nota que el Gobierno español no ha hecho los deberes.
Como norma general, el corresponsal extranjero necesita una historia que contar, busca el plano general en lugar del corto, quiere ponerle cara a la información. The catalan crisis está preñada de errores de comunicación del Gobierno español. La última: la entrevista a Alfonso Dastis en la BBC en la que negó, al grito de fake news, la represión policial del 1-O en Catalunya, mientras de fondo se emitían las imágenes de las cargas. Es un lugar común decir que el independentismo ha creado un mejor relato que el Gobierno español. Es cierto que la Generalitat trabaja bien la comunicación, pero sería falso decir que el Ejecutivo español tiene solo un déficit de comunicación; su problema es que según qué no hay forma de comunicarlo para que quede bonito.
Desnudar sin piedad
En un conflicto, las partes buscan las crónicas en el extranjero para cargarse de razones o indignarse. Salvo contadas excepciones, los corresponsales no conocen tan bien los entresijos como los periodistas locales, pero esa es su gracia: al ser escrita alejada de los detalles, su crónica va a la esencia y desnuda sin piedad al rey. De ahí que en todos los conflictos, la parte menos favorecida siempre desacredita al corresponsal. Desde el sábado, son muchos los corresponsales que visitan TV-3 y Catalunya Ràdio. Será difícil que escriban que intervenir un medio de comunicación es un acto de restitución de la legalidad democrática. Ahí, de nuevo, el Gobierno español tiene, más que déficits de comunicación para marcar el relato, un enorme problema de políticas. Esta historia, la de intervenir medios, los corresponsales ya la han contado en otros sitios. Le guste o no a Dastis, incluso tienen un nombre para ello. Y no es bonito.
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