Análisis

La partida sigue (por unos días)

¿Y si de esto acabase saliendo una alianza en la que cupiera todo el catalanismo que defiende el derecho a decidir?

Manifestación por la libertad de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart en Paseo de Gracia.

Manifestación por la libertad de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart en Paseo de Gracia. / periodico

JOSEP MARTÍ BLANCH

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La partida de cartas sigue. Aunque solo un jugador mantiene sus naipes tapados en su mano. El Gobierno del PP, acompañado por las carabinas del PSOE y Ciudadanos, ya ha puesto encima de la mesa las suyas y todas son del mismo palo: bastos. Un 155 que tenía que ser, según decían, mínimamente invasivo y que a la hora de la verdad supone la plena amputación del autogobierno y la conversión de las instituciones catalanas en cualquier cosa menos algo que se parezca a la representación legítima de los ciudadanos. Cese del president, del Govern, el Parlament para tomar café y los medios de comunicación públicos intervenidos. Del as al rey. Todo el palo. Bastos.

El president de la Generalitat, por su parte, no desveló cuál es su mano definitiva. Quizá tenga algo que ver que Xavier Domènech no pudiese contener las lágrimas en la manifestación, quizá porque Ada Colau hizo un discurso explícito sobre la necesidad de defender las instituciones catalanas, quizá porque Núria Parlón dimitió de la ejecutiva federal del PSOE a última hora de la tarde y otros tres relevantes alcaldes socialistas de Catalunya dejaron claro que no apoyan la estrategia de Rajoy a diferencia del PSOE; quizá por todo esto o no, pero Puigdemont se movió en su discurso en el perímetro que aglutina al 80% de la población catalana. Esto es, necesidad de defender las instituciones catalanas, la democracia y una apelación al Parlament para que reanude su actividad para decidir en un pleno como debe llevarse a la práctica tal objetivo.

No hubo ninguna referencia a la declaración de independencia. Eso no quiere decir que no vaya a existir. Pero en una comparecencia medida en todas y cada una de sus palabras, el mensaje basculó en un perímetro que mantiene en su interior a Comunes, Podemos y también a socialistas alejados de la línea oficial que ha fijado su partido. Fue, a pesar de la tensión del día y de las emociones a flor de piel en todo el soberanismo, un excelente discurso.

Pasarán los días y el president también deberá enseñar sus cartas. Pero lo que hay en su mano es, a esta hora, aún una incógnita. La independencia unilateral hace más pequeño el perímetro; la defensa de las instituciones, la democracia y los derechos y libertades en el marco del derecho a decidir lo amplía. Es sobre esta base que Puigdemont, escuchando a todos como viene haciendo, deberá decidir cómo se defienden mejor las instituciones catalanas, los derechos ciudadanos y la resistencia a la embestida del Ejecutivo central. ¿Y si de todo esto acabase saliendo una alianza democrática en la que cupiera todo el catalanismo que defiende el derecho a decidir? ¿Una especie de pacte nacional pel referéndum en clave de lista electoral? ¿Imposible? Una hipótesis. Veremos en los próximos días. Hasta el rabo todo es toro.

La velocidad con la que se suceden los hechos hace envejecer rápido todas las líneas que se escriben. Pero sería injusto no dedicar el último párrafo a recordar que ayer 450.000 personas se manifestaron para exigir la libertad de Jordi Cuixart y Jordi Sànchez. Los queremos libres. Igual que queremos en pie nuestras instituciones.