Análisis

El rey está desnudo

La política del miedo aplicada a la sociedad catalana es un bumerán político y un tiro en el pie en términos económicos

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ENRIC MARÍN

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En la película El séptimo sello de Bergman hay una escena en la que un personaje dice: «Por más que gires sobre ti mismo, al final el culo siempre lo tienes detrás». Dudo de que Rajoy o Sáenz de Santamaría valoren la obra del cineasta sueco, pero seguro que no les vendría mal conocerla. Podrían entender que aplicar la plantilla vasca a la sociedad catalana es garantía de fracaso. Y eso es exactamente lo que los poderes de Estado están haciendo con tozudez digna de mejor causa. El grave error de apreciación de Aznar y la FAES sobre la sociedad catalana ya se produjo en el cambio de siglo. Y a partir del 2006, Rajoy ha aplicado el principio de intentar humillar a Catalunya para obtener y mantener la hegemonía en España. Hasta ahora le ha ido bastante bien. Pero todo tiene un límite. No es de recibo que el mismo político que rompió el pacto constitucional en Catalunya entre el 2006 y el 2010 ahora recurra a la retórica vacía de la cordura y la legalidad constitucional. Ni el más sofisticado transformismo hace pasar a un pirómano por un bombero.

Todo estaba planificado y programado

«Por más que gires sobre ti mismo, al final el culo siempre lo tienes detrás». No puede haber ningún diálogo para redefinir la situación de la relación entre Catalunya y España que no parta de tres condiciones: el reconocimiento de Catalunya como sujeto político, la rectificación del golpe al orden constitucional culminado en el 2010 y la reversión inmediata de las medidas represivas aplicadas a cargos públicos y líderes de la sociedad civil. Pero esto no ocurrirá ni en los sueños más húmedos de los más conspicuos partidarios de terceras vías. Con Sánchez haciendo de penoso porteador de Rajoy Rivera haciendo de nuevo Lerroux encantado de haberse conocido, el Gobierno del PP ya ha decidido pulsar el botón del 155. Ninguna sorpresa. De hecho, la detención de Sànchez Cuixart instigada por la fiscalía ya ha sido toda una declaración de intenciones. Todo estaba planificado y programado, y los excitados plumíferos de la prensa dinástica española ya hace semanas que salivan ante el festín represivo. El clima mediático madrileño recuerda un poco la situación de falsa euforia creada antes de la guerra de Cuba. Ellos sabrán.

El sabotaje a Catalunya, la quiebra de España

Con la intervención del autogobierno y la declaración formal de la independencia entramos en un nuevo ciclo represivo con consecuencias difíciles de prever. Sabemos, sin embargo, que para la UE el límite a la represión no son los derechos humanos sino la estabilidad del euro y la gestión de la deuda del Reino de España. También que la política del miedo aplicada a la sociedad catalana es un bumerán en términos políticos y un tiro en el pie en términos económicos. Sabotear la economía catalana es provocar la quiebra de la economía española. Tiempo al tiempo. El viento de cola que ha favorecido el crecimiento económico de los últimos años tiene fecha de caducidad. Por otra parte, alineándose con estudiado entusiasmo con el «a por ellos», el rey Felipe VI se ha puesto a la altura de su bisabuelo Alfonso XIII. Vinculando su suerte a la de Rajoy, ha perdido todo margen. No es árbitro, es parte. Él y el régimen del 78 se pasean desnudos.