Al contrataque

La camiseta amarilla

Mi adicción a las noticias hace que conozca mejor los conjuntos de las presentadoras que los de mis mejores amigas

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MILENA BUSQUETS

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El otro día, hacia las 11 de la mañana, estaba mirando las noticias por televisión cuando de repente pensé: "¡Ah, es bonita esta camiseta amarilla que lleva Ana Pastor! Ya se la vi el otro día y le queda muy bien" y añadí, también mentalmente: "Y eso que el amarillo es un color difícil, en general  solo funciona en las flores, en los coches deportivos y en los submarinos".

Lo pensé como lo hubiese pensado del atuendo de una amiga a la que viese a menudo y a la que conociese bien. Inmediatamente, apagué el televisor, cogí el teléfono y llamé a una amiga (de carne y hueso) para contarle que había llegado a un punto de adicción a las noticias que ya me conocía mejor los conjuntos de la presentadoras que los de mis amigas del alma.

Mi amiga, que no aprecia mucho las interrupciones cuando está en el trabajo y que me ha pedido mil veces que la llame solo en caso de emergencia, se quedó callada unos instantes y a continuación me preguntó: "¿Tú crees que llamarme para comentar la ropa que lleva una presentadora de televisión es un asunto urgente?" La llamada se cortó inesperadamente justo cuando estaba empezando a explicarle que yo nunca veo la tele.

Nunca veo la tele. Sin embargo me gusta, la considero un instrumento importantísimo de cultura y de entretenimiento, que bien entendidos y bien practicados son una misma cosa, pero me he acostumbrado a entrar en los periódicos digitales y a complementar -pervertir- la información con Twitter.

La apasionante vida cotidiana

Hasta ahora. La actualidad catalana está cambiando nuestra forma de vivir. No sé cuántas novelas se deben de estar escribiendo en este momento en Barcelona. Pero así como mi madre cuando yo era joven siempre me decía que si perdiese menos el tiempo enamorándome y hablando por teléfono con mis amigas, podría hacer grandes cosas (o al menos, aprender alemán), ahora creo que tal vez haya grandes  libros (o al menos libros divertidos y excitantes) que están dejando de ser escritos porque la vida cotidiana se ha vuelto tan apasionante, tan egoísta y tan absorbente como un amor correspondido. Cada persona que conozco tiene una relación personal con el 'procés', y créanme, es un amante exigente, bastante imaginativo pero nada tierno y sin demasiado sentido del humor.

Yo, la verdad, ya no sé qué hacer para que me deje en paz. He pensando en ir a trabajar a la biblioteca, espero que allí no haya televisión. Y últimamente, cada vez que paso por delante de una iglesia, pienso en entrar, sentarme y quedarme un rato callada, en silencio, sin noticias. Sin noticias del 'procés'. Pero todavía no he tenido tiempo de hacerlo.

Por cierto, ¿alguien sabe dónde venden la camiseta amarilla de Pastor?