Análisis
No perder el norte
¡Pues claro que, como recoge la jueza Lamela, la gente masivamente se movilizó para proteger a sus gobernantes y a sus instituciones!
Sílvia Cóppulo
Periodista y psicóloga.
Licenciada en Psicología y Doctora en Comunicación. Profesora de Comunicación en la Universitat de Barcelona
SÍLVIA CÓPPULO
¿Provocan que la indignación de la gente se transforme en violencia callejera? ¿Buscan que miles de ciudadanos, que constituyen para el mundo un ejemplo de civismo, organización, fortaleza y alegría, pierdan el norte? Con la cárcel para los presidentes de la ANC y Òmnium, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, ¿intentan que la comunidad internacional no fuerce el diálogo y la mediación?
Confieso con tristeza que al auto de la magistrada de la Audiencia Nacional, Carmen Lamela, le veo una lógica antigua, que creía que se había borrado de un país al que amo, España. El delito, otra palabra en blanco y negro, sedición: alzarse públicamente y de manera tumultuosa para (…) impedir por la fuerza (…) el libre ejercicio de las funciones de una autoridad. La jueza se refiere al 20 y 21 de septiembre, cuando la Guardia Civil detuvo a varios altos cargos del Govern e irrumpió en conselleries, instituciones de la Generalitat y naves para intentar desmantelar los preparativos del referéndum.
¡Pues claro que, como recoge la jueza, la gente masivamente se movilizó para proteger a sus gobernantes y a sus instituciones! ¡Por supuesto que querían frenar a la Guardia Civil! Que Sànchez y Cuixart intentasen negociar con la policía española parece lógico. Defendían una idea política: que sea la mayoría quien decida el futuro del país, llámese referéndum.
Una firmeza y una perseverancia inimaginables
Creíamos que el Estado trabajaba con ahínco para ser escrupulosamente democrático, y que vivíamos en la lógica de la pluralidad política e ideológica. Estábamos equivocados. Se nos cayó de los ojos la venda ensangrentada el 1 de octubre. No hay ley alguna, ni derecho fundamental, internacional o humano, ningún tratado, nada por encima de la idea de la unidad de España. No se trata de un posicionamiento político. Para muchos de los que la defienden, es una obsesión que les otorga identidad.
Cuando todo esto empezó, una persona clave en la Transición me respondió: imposible no es, pero los soberanistas deberían saber que van a tener que sufrir durante mucho tiempo y que tendrán que mantener una firmeza y una perseverancia inimaginables. A menudo me acuerdo.
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