Al contrataque
Mediadores y bancos
Estamos en un momento en el que cada ciudadano puede aportar su pequeño grano de arena a la revuelta general
Xavier Sardà
Periodista
Es licenciado en Ciencias de la Información, con una amplia trayectoria en radio y televisión. Su actividad se centra actualmente en tertulias de carácter político.
XAVIER SARDÀ
Veo que hay tal cantidad de mediadores que difícilmente habrá lugar para acogerlos a todos. Entre los que quieren mediar y los que son requeridos, la suma total se está disparando. Hay mediadoras que llevan una semana hablando solas y habrá que decirles que hay más mediadores. Hay mediadores incompatibles entre ellos y quizá habría que mediar entre mediadores. Si se ponen a trabajar conjuntamente el abad de Montserrat, Ada Colau, el Col·legi d’Advocats, Pablo Iglesias, el arzobispo de Barcelona, la Associació Tercera Via y un largo etcétera, la cosa puede complicarse. Creo que los mediadores deberían elegir un mediador representante de todos ellos y decirle a Ada Colau que puede descansar un rato.
¿Cómo se sabe quién puede mediar o no? ¿Pueden mediar particulares? ¿Puede mediar una gestoría o el Gremi de Pastissers? De hecho, la Generalitat tiene su propio Centre de Mediació en Dret Privat, creado por la ley 15/2009. Es una institución que tiene como principal objetivo fomentar y difundir la mediación. Es aquello de «en casa del herrero…».
Perdonen mi heterodoxo y levemente apocalíptico análisis del tema, pero es por puro estado de nervios. Es astenia y casi consunción debido a tanto acontecimiento y a lo de Artur Mas. Me perdonen.
Veo a una señora supuestamente elegante de unos 70 años con permanente recién implementada, que proclama: «Pues los bancos ya pueden irse por donde han venido, porque total, la mayoría de los catalanes les deben dinero. Si se van, no se les pagan las hipotecas y que 'se’n vagin a la puta merda'». Si tan venerable anciana se despacha así, la CUP lo tiene difícil.
Soflama familiar y 'cassolada'
Estamos en un momento en el que cada ciudadano puede aportar su pequeño grano de arena a la revuelta general. Se trata de añadir la soflama familiar a la 'cassolada' y el 'mecagundeu' particular al sofrito nacional. Es ahora o nunca. Hasta los nichos de Montjuïc se hunden, evocando trágicas momias. Perdón.
Los catalanes podemos estar fracturados y toda la puñeta que se quiera, pero juntos
Me ensimismo pensando en la mala suerte de los de Corea del Norte y en la de los alemanes del este. Los catalanes podemos estar fracturados y toda la puñeta que se quiera, pero juntos. Imaginemos por un momento una Catalunya dividida por el paralelo 38. A un lado soberanistas y al otro federalistas, unionistas y mediopensionistas. A los dos días nos echaríamos en falta. Nos hemos habituado a no comprendernos, a discutir apasionadamente, a no hablar del tema, a hablar del tema, a ser el raro, a ser los normales…
La idea de la divisoria soberanista-federalista recuerda quizá las diferencias religiosas. Ambas esferas creen que la otra es irredenta y errónea. Los creyentes creen que Dios hizo el mundo y los ateos no. Nuestro enemigo no es el otro, es el dogma.
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