Al contrataque

¿Alguien empieza a aflojar?

La situación merece psiquiatras. Se pedía primero negociación y luego diálogo; ahora el mensaje es solicitar, casi implorar, mediación

Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Jordi Turull

Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Jordi Turull / periodico

ANTONIO FRANCO

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Madrid, no. En absoluto. El mensaje del Gobierno a través del Rey es de continuidad. Madrid no habla siquiera retóricamente de diálogo para cualquier situación no precedida de un frenazo a la DUI y de un regreso del soberanismo a la casilla anterior a la desobediencia frontal a la Constitución y al ninguneo del Estatut que se efectuó solemnemente en el Parlament. Las decisiones van en la misma dirección: la Policía y la Guardia Civil prolongan indefinidamente su estancia  (sin censurarles el barriobajero «que nos dejen actuar») aunque los estibadores ni suban contenedores con alimentos a sus barcos ni bajen los de los excrementos. La actitud es clara: en cuanto alguien se mueva empezará a salir en las fotos.

En Barcelona es algo distinto. La situación merece psiquiatras. Se pedía primero negociación y luego diálogo; ahora el mensaje es solicitar, casi implorar, mediación. Persiste el discurso de reiteración hacia la DUI pero se abre camino, difusa, una curiosa especulación sobre dos meses de tregua para ver qué pasa. El recuento del 1-O se ha alargado hasta el ridículo confirmando la ligereza -una más al fijar calendarios con prisas amateurs- con que se redactó lo del automatismo entre la proclamación del resultado y la declaración de independencia.

Fracaso del referéndum

Muy pocos conocen lo que pasa y se piensa en la Generalitat. Pero con la perspectiva de unos escasos días la situación es bastante clara. El 1-O fue un éxito de movilización pero un fracaso como referéndum. Según los observadores internacionales su resultado no significa nada ni avala la independencia. Al separatismo le salvó la cara la estúpida e injusta violencia policial contra gente pacífica. Cabreó, le sumó sobre la marcha votos de posibles abstencionistas y le proporcionó un 3-O de cohesión mayoritaria y transversal en Catalunya muy superior a la mitad social que quiere irse de España. La dos jornadas le regalaron fotos de impacto pero ningún apoyo político serio.

¿Alguien empieza a aflojar? Al Palau le aprieta más que nunca la media Catalunya que ha recalentado. Le empuja hacia la DUI. Pero el Palau sabe que, si la proclama, será la reacción inhabilitadora  y un descarrilamiento general con muchísima más tensión y violencia policial. Por eso puede haber surgido la hipótesis de los dos meses, aunque quizá sería un ganar/perder el tiempo.

Ruptura emocional

El  problema de fondo, la amplísima ruptura emocional, no tiene indicios de que pueda resolverse y como máximo se desdoblará en otros problemas más cotidianos. Aun así, ¡qué vergüenza que el libro de estilo policial del siglo XXI siga siendo gris y no distinga entre resistencia pacífica y confrontación!, y ¡qué decepción que el nuevo Rey matase su primer elefante al no dedicar ni un suspiro a lamentar las violencias excesivas, por mucho que las verdaderas cifras finales de ello no fuesen catastróficas!