Hacia el 1-O

El grano de Rajoy

Siete años, siete, alimentando el independentismo con sus provocaciones y sus desatinos

mariano rajoy

mariano rajoy / periodico

EMMA RIVEROLA

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Y, de repente, nos salen aguiluchos de debajo de las piedras, los ultras asedian durante horas una asamblea de Podemos, se oyen insultos que creíamos enterrados, se anulan actos de forma arbitraria, se requisan carteles y pasquines, se cierran webs, se calientan las bocas con alientos de golpe de estado, se convoca a las fuerzas del orden como si fueran de ocupación y el grito de ¡Viva España! se colma de espinas.

Señor Rajoy, nos está dejando el país perdido. El pus que su partido llevaba tanto tiempo acumulado, quizá décadas, se le está desparramando y quizá ni se había detenido a calcular sus consecuencias. De hecho, ¿alguien puede preverlas al detalle? La infección no es fácil de detener. Lo que empieza en unas calles se propaga en otras. Y el desprecio siempre tiene hambre. ¿Se da cuenta de que quizá ha despertado a la ultraderecha que en España permanecía dormida? ¿Hasta este nivel tenía que llegar la corrupción de su partido? Siete años, siete, alimentando el independentismo con sus provocaciones y sus desatinos.

Hay momentos en los que cuesta escribir de esto -'esto', como los puritanos hablan de lo que les avergüenza o los niños de lo que no saben-. Sí, es difícil escribir, hablar, pensar sobre 'esto' sin que el pus lo nuble todo, sin que se nos cuele por los poros y se nos enrede en las tripas. La exaltación de unos es la inquietud de todos. Y, la verdad, ni siquiera Piolín tiene ya la menor gracia.