Opinión | Editorial

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Si es, no será como siempre

La cuestión es hasta cuándo Puigdemont y el Govern podrán seguir diciendo que se votará el 1 de octubre

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El mantra del Govern de Carles Puigdemont y de la coalición soberanista según el cual en el referéndum del 1 de octubre suspendido por el Tribunal Constitucional se podría votar «como siempre» languidece a marchas forzadas. Las operaciones policiales de los últimos días han requisado las papeletas, la publicidad institucional y las citaciones a los miembros de las mesas. La intervención de la caja de la Generalitat impide nuevas contrataciones. La macrooperación policial del miércoles desarboló la cúpula de la Generalitat con capacidad operativa para restituir las piezas caídas y encargar las que quedaban por organizar. Estos son los hechos, sobre los cuales los discursos políticos intentan sacar ventaja dejando en un segundo plano los intereses de los ciudadanos. El mismo miércoles, el presidente Rajoy daba por abortado el referéndum suspendido y retaba a los mandatarios del Govern a abandonar esa «quimera». Ayer, el día empezó con el vicepresidente Junqueras admitiendo que las actuaciones policiales y judiciales «alteran» la celebración del 1-O. Pero por la noche, el president Puigdemont lanzó a través de las redes sociales un mensaje en el que reiteraba que será posible organizar la votación porque disponen de planes de contingencia horas después de publicar en su cuenta personal de Twitter el vínculo para consultar los lugares de votación. No todos serán los de siempre», ni la manera de comunicarlo. 

Todo indica que el objetivo político de Puigdemont es ahora llegar al 1-O como sea sabiendas de que lo que llegue a hacerse el 1-O no tendrá las garantías de siempre pero tampoco las establecidas en la ley suspendida por el TC. Parece buscarse que las actuaciones judiciales sigan adelante, pero Puigdemont y sus 'consellers' no van a poder aguantar el artificio durante mucho más tiempo. Y llegados a este punto, las alternativas son pocas. Una sería asumir el discurso de Ada Colau y los 'comuns' y convertirlo en una jornada de movilización reuniendo a sus seguidores a las puertas de los colegios. La segunda sería subrogar un simulacro de votación a las entidades soberanistas (ANC y Òmnium). Y la tercera, y más descabellada aún, sería intentar una declaración unilateral de independencia (DUI) como maniobra desesperada que solo podría acabar con responsabilidades penales. Puigdemont y Junqueras deberían empezar a pensar en el 2-O.