Órdago independentista

En defensa de la democracia

Hoy no está en juego solo el futuro de Catalunya sino también el del conjunto del Estado español

Concentracion y registro de la Conselleria d Afers Exteriors, en la Via Laietana.

Concentracion y registro de la Conselleria d Afers Exteriors, en la Via Laietana. / periodico

ESTHER VIVAS

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La política se vuelve a teñir de blanco y negro y desprende un viejo olor a naftalina. Lo vemos desde hace días en Catalunya. El 'imperio de la ley' defendido a capa y espada por las fuerzas del Estado para impedir el referéndum nos está llevando a un peligroso regreso al pasado.

"Haré todo lo necesario sin renunciar a nada". Lo dijo Mariano Rajoy, quien se juega su futuro político. Sin embargo, la cosa no es tan fácil. Toda acción implica una reacción. Su última ofensiva se le puede escapar de las manos. La entrada de la Guardia Civil en las dependencias de la Generalitat y la detención de varios altos cargos ha encendido definitivamente todas las alarmas democráticas. Nuestra sociedad, por suerte, no ha olvidado su pasado.

Palanca de cambio

Hoy no está en juego solo el futuro de Catalunya sino también el del conjunto del Estado español. Quienes se llenan la boca afirmando querer restablecer el orden democrático, en realidad se lo están cargando. La izquierda española no ha comprendido, salvo excepciones minoritarias, el papel clave del proceso independentista catalán como palanca de cambio del régimen del 78. La escalada represiva acelera las cosas. Imposible no ver ahora que lo que suceda en Catalunya determinará el futuro del sistema político surgido en la Transición. La solidaridad entre quienes reclaman las urnas aquí y los que quieren una auténtica democracia en otros lugares del Estado es imprescindible.

La disputa por ganar la fotografía hacia el 1 de octubre es uno de los trofeos más preciados, y no solo puertas adentro. Europa, diga lo que diga, está mirando, y no puede permitir según qué desmanes. La propia sociedad española está mucho menos cohesionada de lo que el PP quisiera en su rechazo al 1-O. Algunas brechas se han abierto, e irán a más si el Estado incrementa su vía autoritaria. Hay una batalla de legitimidades democráticas. La clave está en la respuesta activa y no violenta de la sociedad catalana.

Ante la ofensiva del Partido Popular, y de su muleta naranja Ciudadanos, el 'nuevo PSOE' de Pedro Sánchez enseña su auténtica cara yendo de la mano de los populares. ¿Y el PSC? Su futuro político está en juego. Aferrarse al discurso de la legalidad no cuela cuando el gobierno central está interviniendo la Generalitat y se detienen cargos públicos. Aparecer avalando una involución autoritaria sin precedentes puede tener un coste electoral alto.

Nueva etapa

Se ha entrado en una nueva etapa, en un momento decisivo que puede decantar la partida hacia un lado u otro. Mantener, a pesar de todos los envites, la convocatoria de referéndum para el 1 de octubre es imprescindible. Esperemos que la Generalitat tenga múltiples planes y alternativas ante la estrategia por tierra, mar y aire de boicot del Estado. Sin embargo, los derechos y las libertades se pelean en la calle. Hemos visto una primera muestra, no será la última.