Persecución del 1-O

El golpe del Estado

La historia los juzgará, pero los actores del presente son la gente de Catalunya

Concentración frente a la Conselleria d'Economia

Concentración frente a la Conselleria d'Economia / periodico

SÍLVIA CÓPPULO

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No han perdido el norte, no; su brújula funciona perfectamente. Saben muy bien qué objetivo persiguen: que Catalunya no pueda decidir su futuro. La autonomía se ha demostrado que es graciable. El Gobierno español es quien decide si la otorga y en qué grado. El Estado de las autonomías era un mientras tanto nacido de los equilibrios de la Transición. Ahora ya no les resulta necesario. Desde aquel 2010 en que consiguieron que el Tribunal Constitucional pasara el cepillo al Estatut, cuando ellos, el PP, promovían que los españoles firmaran «contra Catalunya», no han querido escuchar ni entender. El referéndum no se ha acordado porque no han querido ni hablar de ello. Todo ha sido prohibido o suspendido. Hasta ahora han utilizado a los tribunales, para que les hicieran el trabajo, sin ofrecer propuesta política alguna.

Han actuado hasta ahora sobre una supuesta base de ilegalidad del referéndum –opinable según los juristas, pero contraproducente para resolver una cuestión política y social tan profunda–. Lo fiaron todo a que la mayoría parlamentaria de Catalunya no sería capaz de mantener la unidad y se han equivocado de plano. De manera que ahora se han quitado la máscara y aplican la represión indiscriminadamente: registros en sedes del Govern y domicilios particulares de altos cargos de la Generalitat, despachos precintados, irrupciones en periódicos y empresas, violación del correo postal, etcétera. Disponer o no de órdenes judiciales, un detalle irrelevante. 

El Estado (español) de derecho se ha fundido como un bolado. Miles de agentes de la Guardia Civil llenan calles y plazas de Catalunya. Dicen que la represión es para preservar «el orden» (constitucional). 

Catalunya, tanto la que está a favor de la independencia como la que está en contra o la que cree que no hay que ir a votar el 1 de octubre, debe mantener la mente clara y actuar con serenidad y firmeza. La historia los juzgará, pero los actores del presente son la gente de Catalunya. Falta menos para el día 1. Nos jugamos la convivencia y la libertad.