Acoso al 1-O

Borregos y radicales

La fuerza del soberanismo reside en su capacidad de resistencia y esta afronta ahora su tiempo decisivo

La Guardia Civil entra en la Conselleria de Economia de la Generalitat.

La Guardia Civil entra en la Conselleria de Economia de la Generalitat. / periodico

JOSEP MARTÍ BLANCH

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Estamos donde algunos querían, otros sabían, algunos intuían y los demás adivinaron: la calle. Puede que el único lugar posible, pero el más imprevisible y el que pone fin al camino institucional que es el que a trompicones ha podido llegar hasta aquí. Se admiten todos los estados de ánimo menos la sorpresa. Lo que vivimos es lo que estaba anunciado desde hace tiempo en todos los altavoces.

Catalunya ha perdido su capacidad de gestión financiera, ha vivido un asalto policial de sus instituciones, previo atropello de cualquier atisbo de garantía, y perderá, probablemente, en pocos días su autonomía o lo que queda de ella, que empieza a ser poco o más bien nada, como ha reconocido Carles PuigdemontCarles Puigdemont. Espartero, incluyendo el caballo y sus cojones, pastan y pasean a su antojo

Un aperitivo

Duele escribir que lo vivido hasta ahora es tan solo un aperitivo. Vienen días más difíciles. La represión no tiene límites. "Estaban avisados", dijo Mariano Rajoy. Él también lo estaba, pero tiene a su lado a ese monstruo marino llamado Leviatán, que toma la apariencia de Estado cuando vive entre los hombres para proporcionar comodines muy valiosos a su poseedor:  fuerza, arbitrariedad, desproporción, razón de Estado, en definitiva.

El 1-0 sigue fijado icónicamente en la retina colectiva como el día que marca el calendario para el principio o fin de lo que esté por venir. Pero el 20-S le ha pasado ya por encima y ha venido para quedarse. Detenciones, uniformes, barcos para efectivos policiales atracados en Barcelona y Tarragona. Todo lo que resultaba inimaginable para las cabezas más optimistas sabemos con certeza que ocurrirá.

La hora decisiva

¿Y a partir de ahora? La fuerza del soberanismo reside en su capacidad de resistencia y esta afronta su hora decisiva. No serán unas horas, no serán unos días, será un tiempo indefinido. Y mientras tanto la política en manos de la multitud y por tanto imprevisible y sujeta al paso, no de uno, sino de bandadas enteras de cisnes negros que pueden hacer variar el rumbo de los acontecimientos en un segundo.

Xavier Domènech ha dicho en una excelente intervención en el congreso que ante la arbitrariedad, en Catalunya el Gobierno tendría delante a un solo pueblo.  Universidades, sindicatos, el FC Barcelona, colegio de abogados y un largo etcétera de entidades abandonaron la comodidad de un silencio imposible para sumarse al clamor que reclama el respeto por las libertades y derechos fundamentales y la consideración de aquello que en Catalunya une a la mayoría de la sociedad y que es, ¡aún estamos así!, la aceptación de su soberanía política y, en consecuencia, la posibilidad de decidir su futuro político preguntando a sus ciudadanos.

Abducidos y adoctrinados

Pero nadie va a escuchar en el otro lado. Siguen empeñados en no entender nada. Solo ven radicales y, en el mejor de los casos borregos adoctrinados y abducidos por TV-3. Ya saben, a borregos y a radicales se les trata, a su entender, con absoluto desprecio.

Lástima que no estuvieran ayer en Rambla de Catalunya-Gran Via, o en tantos y tantos otros puntos en los que la gente salió a la calle para defender su dignidad y la de sus instituciones. Hubieran visto claramente lo que hay: buena gente que solo pide votar.