Una figura del diseño

Caro y carísimo Ettore

Intuyó que la arquitectura se estaba acercando más a la ingeniería que a las vivencias existenciales de la gente

maquina  de escribir  de Ettorre Sottsass

maquina de escribir de Ettorre Sottsass / periodico

JULI CAPELLA

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Así comienzan las memorias de Ettore Sottsass, el diseñador italiano que este año habría cumplido 100 años: "Quien tiene en sus manos este libro tiene en sus manos a un hombre desnudo, como mucho en calzoncillos..., un cuerpo frágil expuesto a la agresión del clima, las uñas de la amante, las armas afiladas, los escupitajos de la multitud, las risas de los sabios". Efectivamente, ha sido uno de los diseñadores más vilipendiados del planeta. Al principio iba por el buen camino, trabajando para Olivetti –hizo la famosa máquina de escribir roja portátil 'Valentina'– pero de repente al cumplir los 60 se volvió loco y montó el iconoclasta Grupo Menphis con una pandilla de jovenzuelos.

Muebles imposibles, colores chillones, batiburrillo de materiales. Rompió la baraja racionalista y le colgaron el sambenito de posmoderno. Pero él decía"me ne frego di tutto". Fue un hombre libre, delicado, un eterno dubitativo: "Me fastidia cuando alguien está muy seguro de algo". Tuvo una infancia tan feliz que jamás encontró acomodo en la sociedad de los mayores. Fue epítome de los años 80 que ahora toca revisitar. Sin ir más lejos el Metropolitan de Nueva York, la Triennale de Milán y el Vitra Museum le acaban de dedicar sendas monografías. La galería barcelonesa Dada Studios ha restaurado unas piezas suyas insólitas que hizo con motivo de su exposición en Barcelona en 1991.

Aquí tuvo amigos y un gran amor, Eulalia, por quien sufrió lo indecible. Ahora, cada una de sus estrambóticas piezas vale un congo. Pero a él le traía sin cuidado el dinero, le preocupaban los sentimientos. Ya intuyó que la arquitectura se estaba acercando más a la ingeniería que a las vivencias existenciales de la gente, que iba a degenerar en mero negocio, "porque las ideas comerciales-racionales las entienden hasta los analfabetos". Las poéticas no tanto, por eso caro –qué curioso que en italiano sea también querido–, Ettore ríete allí donde estés, pero que sepas que te has vuelto carísimo. Nada escapa al business.