ANÁLISIS

El cinismo habita en todas partes

Unos guardacostas libios apuntan con sus armas a un grupo de inmigrantes y refugiados que navegan en una barca por el Mediterráneo, el 24 de mayo.

Unos guardacostas libios apuntan con sus armas a un grupo de inmigrantes y refugiados que navegan en una barca por el Mediterráneo, el 24 de mayo. / periodico

Rosa Massagué

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La reacción en Budapest al veredicto del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que rechaza el recurso presentado por Hungría contra el plan de reparto de refugiados elaborado por Bruselas en el 2015 ha sido la de un gran enfado. Según su ministro de Exteriores, Peter Szijjarto, los jueces han emitido una sentencia política. A eso se le llama cinismo.

En Hungría habrá elecciones legislativas el próximo año. Viktor Orbán preside un Gobierno controlado por su partido, Fidesz, que ha convertido el país magiar en una ‘democracia iliberal’. El primer ministro utiliza a los refugiados sin ningún escrúpulo para conseguir que los votantes cierren filas en torno a su política. La negativa frontal a admitir refugiados y el levantamiento de una valla en su frontera con Serbia -pretende que corra a cuenta de la UE- ya han dado sus réditos políticos. Lo que ocurre, como decía la oposición socialista, es que Orbán ha jugado y ha perdido. No es lo mismo manipular a la población presentando a los migrantes como una amenaza de todo tipo, desde un desafío a la identidad magiar hasta los puestos de trabajo y toda la retahíla de coacciones propias de un populismo abyecto, que sentenciar con los instrumentos que la Justicia pone al alcance de unos magistrados independientes.

Dice el ministro de Exteriores que el veredicto pone en peligro la seguridad y el futuro de Europa asociando así refugiados con terrorismo. Por ejemplo, el 76% cree que la presencia de migrantes en Hungría aumentará el terrorismo, según una encuesta del Pew Research Center realizada el pasado año. Es el porcentaje más alto registrado entre los países europeos (en España era del 40%).

Acompañaba a Hungría en la presentación del recurso otra democracia poco liberal como es Eslovaquia. Pero ya que hablábamos antes de cinismo, hablemos claro. La política migratoria de aquellos dos países, así como la de Polonia, Rumanía y la República Checa, es una vergüenza, pero también lo es la del resto de países de la Unión que se han saltado a la torera el plan de cuotas de refugiados que está en el origen del recurso húngaro.

Entre julio y septiembre del 2015, en el momento álgido de la afluencia de refugiados y para aliviar la presión sobre los países de llegada como eran -y siguen siendo- Italia y Grecia, la UE acordó distribuir 153.000 migrantes entre los distintos países miembros, en función de varios baremos como población, geografía y economía de los países receptores. Menos de la mitad de los miembros de la UE han cumplido con lo acordado (Alemania y Suecia son excepciones ya que han superado con creces el número de reubicaciones que les correspondía). Tres países (Reino Unido, Irlanda y Dinamarca) tienen una opción de salida de la política de asilo de la UE. Y los 14 restantes han incumplido vergonzosamente lo pactado. En total, hasta el momento se han reubicado solo el 17% y cuando expire el programa, que será pronto, la tasa de cumplimiento se acercará al 25%. El cinismo habita en todas partes.