EXTREMA JUVENTUD

Terroristas generación 2.0

Los perpetradores del 17-A nacieron o se criaron entre nosotros y es posible que se radicalizaran, además de la influencia del imán, a través de las redes sociales

Dris Oukabir, uno de los cuatro detenidos en relacion con los atentados yihadistas.

Dris Oukabir, uno de los cuatro detenidos en relacion con los atentados yihadistas. / periodico

CARLES FEIXA

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Uno de los elementos de los atentados del 17-A que más ha chocado ha sido la extrema juventud de los perpetradores. Si exceptuamos al presunto líder e inspirador intelectual –el imán, de 44 años- los otros 11 victimarios identificados, muertos o detenidos, son todos jóvenes: cinco son adolescentes menores de 18 años (todos de 17), abatidos en Cambrils; cuatro son jóvenes (de 19, 21, 22 y 24 años), incluyendo al conductor de la furgoneta que causó la masacre y abatido en Subirats, al herido grave y el muerto en la explosión de Alcanar y a los otros dos abatidos en Cambrils; los tres restantes son jóvenes adultos (de 27, 28 y 34 años), detenidos en Ripoll, presuntos colaboradores. La media de edad es, pues, de 22,5 años (19,9 si contamos solo a los que participaron directamente en los atentados).

Según los datos facilitados por los medios de comunicación, la mayoría nacieron en Ripoll de padres marroquís o llegaron a la localidad en su etapa infantil: crecieron pues en Catalunya, pudiéndose agrupar dentro de lo que se considera –pese a ser un término discutido- 'segunda generación' (hijos de padres extranjeros nacidos en el país de acogida) o 'generación 1,5' (nacidos en el país de origen e inmigrados durante la minoría de edad). Aunque todavía no hay datos claros, parece que la mayoría han cursado o estaban cursando estudios secundarios o profesionales, trabajaban y vivían aparentemente una situación normalizada (aunque la procesión iba por dentro).

Si comparamos estos datos con los de los autores del atentado del 11-M del 2004 en Madrid, aparecen diferencias significativas. La edad media en el momento de cometer el atentado de los 13 muertos en Leganés o condenados cuya edad he podido localizar es de 30,8 años. Todos los muertos tenían más de 25, y entre los condenados solo consta un joven de 21. La mayoría eran emigrantes de primera generación, es decir, llegaron a España como mayores de edad -jóvenes o jóvenes adultos- por sus propios medios, no acompañados por familiares, y no cursaron estudios básicos o medios en nuestro país, aunque varios cursaron estudios universitarios en España y en otros países europeos.

Treintañeros en el atentado del 11-M

Así pues, parece que hay diferencias generacionales significativas entre los victimarios del 11-M y los del 17-A. Los primeros eran treintañeros pertenecientes a la 'generación 1.0' en un doble sentido: porque habían emigrado como mayores de edad y porque formaban parte de la primera generación digital, que he denominado 'generación @' o 'arroba', es decir, la generación digital educada a través de los videojuegos, del correo electrónico, del chat, y de los teléfonos celulares (con los que detonaron las mortíferas bombas de Atocha). Además varios de ellos habían tenido contacto directo con el yihadismo en Oriente Medio o en Bosnia como voluntarios.

Los perpetradores del 17-A del 2017 son veinteañeros pertenecientes a la 'generación 2.0', también en un doble sentido: porque nacieron o se criaron entre nosotros y porque pertenecen a la segunda generación digital, que he denominado 'generación #' o 'hashtag', educada a través de los 'smartphones', de Facebook y de YouTube; es posible que su radicalización, además de la influencia del imán, se gestara en las redes sociales (en cuyas entrañas el yihadismo ha encontrado un poderoso caldo de cultivo). El contacto directo directo no parece imprescindible: con un imán y las redes es suficiente.

Será necesario analizar estas diferencias en profundidad para entrever qué hay de continuidad y qué hay de ruptura entre ambas generaciones. Y sobre todo para romper la espiral del odio y evitar que siga causando daño.