Análisis

Con-vivir con el miedo, sobre-vivir al miedo

Estaba cantado que Barcelona era un foco de atención clave del terrorismo

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ISABEL LLANOS

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Inevitablemente en el punto de mira para la comisión de un atentado terrorista por su privilegiada situación abierta al mar, con un tránsito espectacular de visitantes, estaba cantado que Barcelona era un foco de atención clave, y que actuando en esta gran urbe se adquiriría un notable resultado en la percepción de vulnerabilidad, miedo e incertidumbre. Y con esa pretensión se hace. ¿Dónde? En el lugar más característico, las Ramblas. ¿Cuándo? En el momento álgido para el turismo: agosto, y una hora relajada, la primera de la tarde de un día entre semana. El márketing del terrorismo buscando su mejor golpe de efecto.

Hoy Barcelona está de luto. Hoy otros temas de actualidad se quedan en el olvido. De la turismofobia y el 1 de octubre, a la solidaridad frente a la barbarie. 

La máxima fundamental en seguridad es, precisamente, “la seguridad total no existe”. Es lo primero que se aprende, a con-vivir con el riesgo midiendo la probabilidad de la amenaza y su severidad, en el caso de darse. Cuando se instaura un dispositivo, son los parámetros. Hay otros que no se enseñan: sobre-vivir a una tragedia de la magnitud de la que se ha vivido. Y afecta, porque se percibe por encima de todo la vulnerabilidad: no solo cualquier ciudadano, sino también los profesionales de la seguridad.

Adrenalina de lo inminente

Cuando se atiende a una víctima, cuando se siente la adrenalina de lo inminente, de la urgencia, a la vez está presente ese regusto amargo y traicionero de la sensación de fracaso. Pensar que tantas horas de tronchas no han servido para nada, repasar una y mil veces cómo se podría haber hecho mejor, maldecirse por no haber sabido, por no haber podido, por no predecir… Y hay que con-vivir con esa carga. Cada vez que se pasa por el lugar, se revive una y mil veces de manera infinita.

El gran poder de este terrorismo es su acción indiscriminada: el ciudadano es consciente por primera vez de que también puede convertirse en víctima, y no como en otros atentaedos que se focalizaban en políticos y personalidades relevantes para la esfera pública. Solo hay una manera de hacerle frente, y es involucrándose.

Sin bajar la guardia

Hay que aprender a con-vivir con esta nueva realidad. Sobre-vivir siendo conscientes de las amenazas y educarse en ser observadores activos. Cualquier ciudadano puede observar algo, escuchar algo, detectar algo que pueda ser relevante y trascendente para poner cerco al mal. Es fundamental comunicarlo a las fuerzas y cuerpos de seguridad, hacer un frente común, no bajar la guardia. Hay que crecerse y asumir las responsabilidades en lo que afecta a la globalidad de la población. El enemigo más fuerte se hace débil en las partes más pequeñas.

En Barcelona se revivirán los momentos que acompañaron el 'shock' del 11-M. Es importante cuidarse emocionalmente, asumir que pasará factura y ponerle remedio de antemano. No es el momento de buscar culpables, pasarse la pelota o aparecer en la foto. Es el momento de tomar conciencia de la situación y aliarse para vencer al enemigo.