Opinión | Editorial

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Narcopisos del Raval: un calvario vecinal

El respeto de las cautelas que establecen las leyes para los desalojos no puede tener como precio ignorar la pesadilla de los vecinos

Operación contra la venta de droga en el Raval

Operación contra la venta de droga en el Raval / periodico

Nuevos datos conocidos en los últimos días corroboran la gravedad de la situación generada en el Raval por la proliferación de los narcopisos, las viviendas ocupadas ilegalmente por traficantes de droga. El allanamiento de inmuebles no se ha detenido, y en algunos casos solo la inmediata alerta vecinal a la Guardia Urbana ha permitido un desalojo exprés. Pero el problema es tan agudo que hay comunidades de vecinos que están pidiendo a propietarios de pisos ausentes de los mismos que vayan a comprobar in situ si han sufrido una ocupación. Y hay quienes han dejado su piso por no poder soportar la ristra de problemas que genera la presencia habitual de toxicómanos con síndrome de abstinencia y los narcos que les venden la heroína. Una situación infernal impropia de una ciudad como Barcelona y que es un auténtico desastre para la convivencia. El Raval vive una pesadilla que, de no atajarse con rapidez y contundencia, puede degenerar en situaciones  de conflicto abierto. Que la solución no es fácil lo demuestra, por ejemplo, que el propio ayuntamiento ha sido víctima de la ocupación de pisos de titularidad municipal. Pero los vecinos están cargados de razón cuando reclaman medidas efectivas que garanticen su elemental derecho a la seguridad. Parece evidente que los Mossos y los jueces tienen margen para actuar: el respeto de las cautelas que establecen las leyes para los desalojos no puede tener como precio ignorar el calvario por el que pasan los vecinos.