La clave

Han cerrado un 'paqui'

El local, se anunciaba desde un cartel con el nombre de Jordi, ha durado casi ocho años abierto.

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Iosu de la Torre

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El paqui de enfrente de casa acaba de echar la persiana para siempre. Extraño cierre en esta ciudad sembrada de estos colmados con cara de curry. El local, se anunciaba desde un cartel con el nombre de Jordi, ha durado casi ocho años abierto.

En la misma manzana del Eixample hay otros cinco paquis. Son una de las caras de la multicultural Barcelona. ¿Qué comercio abrirá donde estaba Jordi? Separado por un solo tabique de tocho, el local vecino está ocupado por una de esas agencias inmobiliarias que han brotado con el nuevo boom, el de los inversores extranjeros que se suma a exprimir el negocio. El metro cuadrado está por los cielos, incluido el de los sótanos. Antes, donde se ubica la agencia había una tienda de decoración de cocinas y lavabos.

Al otro lado de la calle, una frutería-verdulería con apariencia de ecológica llena el espacio que durante muchos años sirvió de caja de ahorros. Pertenecía a la desaparecida Catalunya Caixa.

Una manzana más arriba, en el chaflán lado Besós, acaban de blindar con planchas de acero la sucursal de Bancaixa. Se llevaron los cajeros automáticos, el mobiliario y a los últimos empleados. Nadie sabe responder dónde se cobijará, a partir de ahora, el sintecho que vendía durante el día los libros que leía por la noche.

A nadie se le ha ocurrido todavía volcar el mapa de la Barcelona de las sucursales vacías. Son decenas. Los barrios se quedan huérfanos de cajas y bancos. Un signo más de estos tiempos.

El ‘sex shop’ de la esquina

Donde hubo un 'sex shop' han inaugurado otro minisúper de alimentación. Les ha bastando con cambiar la iluminación interior porque, incluso han conservado, sobre el gran vidrio del escaparate la palabra 'shop' del antiguo bazar. Del vibrador a la banana.

Aquí , en el centro de Barcelona, se aprovecha todo. Mientras, calle arriba, calle abajo, una orquesta de maletas con ruedas compone sobre los panots la música de la ciudad. Personas del más variado pelaje entran y salen de los portales del pisos turísticos. Como cada día. Eso sí que no cambia.