Memento mori
Que el Gobierno no haya podido evitar la declaración de Rajoy por la 'Gürtel' envía un potente mensaje: se acabó la impunidad
Mariano Rajoy es el 'Iron man' de la política española. A su demostrada capacidad de superar todo tipo de pruebas y sobrevivir a sus más duros rivales se une su colección de récords. El día 26 sumará otro: será el primer presidente del Gobierno español en ejercicio que comparecerá ante la justicia como testigo. Rajoy ha sido llamado a declarar en el juicio por el 'caso Gürtel', una trama de financiación ilegal que ha convertido al PP en el primer partido imputado en un caso de corrupción de nuestra historia.
Rajoy está "encantado de ir a declarar", pero como es el presidente del Gobierno ha tenido que refrenar su entusiasmo y, dadas sus múltiples ocupaciones, se ha visto obligado a posponer su declaración hasta pasado el puente del apóstol. Una fecha, el 26 de julio, que es la que "menos perturba su intensa actividad política". Rajoy ha puesto todo de su parte, incluso apuntó la posibilidad de testificar por plasma, que lo tiene muy por la mano, pero los jueces dijeron ¡qué no, qué no!… que fuera hasta San Fernando de Henares, que lo recibiría el mismísimo presidente de la Audiencia Nacional.
¡A ver si le ponen también hasta unas pastas para desayunar! Porque Rajoy, aunque vaya de ciudadano normal, es el presidente del Gobierno y la justicia es igual para todos, pero unos son más iguales que otros. Para Rajoy, que es persona sensata, su declaración como testigo en el 'caso Gürtel' es un acto de "pura normalidad", no como decían los suyos un "sinsentido", un acto "innecesario e improcedente".
PRESERVAR LA DIGNIDAD DEL CARGO
Bueno, sin caer en las exclamaciones del Hernando de turno, lo cierto es que no parece muy normal que un presidente del Gobierno en ejercicio tenga que dar explicaciones ante la justicia por un caso de corrupción que ha hecho desfilar por la Audiencia Nacional a lo más granado de su partido… ¿He dicho granado? A diferencia de ellos, el presidente no se sentará ante el tribunal dando la espalda a Bárcenas, Correa y los demás acusados porque hay que preservar la dignidad de su cargo y evitar lo que el presidente del tribunal, Ángel Hurtado, llamó "efectos mediáticos metajurídicos" cuando votó contra su citación. Como testigo, Rajoy no puede mentir, pero es difícil demostrar que un testigo miente.
Veremos si confirma, como dicen sus antecesores en el juicio, que "todo lo llevaba Lapuerta", el único extesorero del PP que no está en condiciones de responder de sus actos. Casi un centenar de periodistas, una decena de ellos extranjeros, se han acreditado para no perderse detalle. La declaración de Rajoy no aportará grandes novedades en el juicio, pero que el Gobierno no haya podido evitarla envía un potente mensaje: se acabó la impunidad.
Cuando Rajoy recorra los18 kilómetros que separan la Moncloa del tribunal de la 'Gürtel' quizá sienta, como los césares en sus desfiles de la victoria, el aliento en el cogote del esclavo que, mientras le sostiene sobre la cabeza la corona de laurel, le susurra: "Recuerda que no eres un dios. Recuerda que puedes morir. Memento mori".
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