Peccata minuta

España nos multa

Junqueras ha tenido una idea, una: abrir una caja de resistencia para afrontar la multa de cinco millones del Tribunal de Cuentas a Artur Mas

El vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras.

El vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras. / periodico

JOAN OLLÉ

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No solo hemos exhumado el cadáver de Dalí, fallecido en 1989, sino también el espíritu colectivista y solidario de Lola Flores, cuando aquel mismo año y debiendo abonar 150 millones de pesetas a Hacienda por sus descuidos fiscales, propuso la solución más flamenca: que cada españolito soltase una falsa moneda en pago por los largos, anchos y profundos servicios prestados a su público, al que tanto debía y al que anhelaba deber aún una pesetita más. No sé si inspirado por La Faraona o por las también españolísimas 'Fuenteovejuna' de Lope de Vega o 'Numancia' de Cervantes, Oriol Junqueras ha tenido una idea, una: abrir una caja de resistencia abrir una caja de resistenciapara afrontar el pago de la multa de cinco millones de euros que el Tribunal de Cuentas ha impuesto a Artur Mas por el dispendio de dinero público ocasionado por la consulta del 9-N.

Junqueras, hombre de números, ha echado cuentas: si cada una de los 2.305.290 de catalanas y catalanes que votaron 'sí', 'no', en blanco o voto nulo, abonase 2,10 euros a favor de la causa (el precio de un café en una modesta terracita de verano), la cosa quedaba resuelta 'ipso-flauto'. El único problema sería que las colas que podrían generar los desprendidos donantes en las sucursales de cajas y bancos colapsarían a buen seguro el sistema bancario catalán.

Yo también he tenido una idea, una: ¿por qué no organizar sendas ediciones caniculares de la Marató y la Grossa? Ponemos a la gordita en toples y gafas de sol y que la suerte decida. ¿El premio? Que las calles de los pueblos y ciudades de la inminente República sean bautizadas con los nombres y los apellidos de los afortunados y afortunadas. ¿La pedrea? Ya veríamos.

EL MAL A COMBATIR

Con La Marató resultaría un pelín más complejo, ya que todas sus anteriores ediciones se han consagrado a recabar dinero para luchar contra una muy concreta enfermedad. ¿Sería España en general el mal a combatir, o bien las legales decisiones que el Estado toma ante un Govern de altivos  samuráis atrincherados en su Fuenteovejuna con los cuchillos ya afilados para el harakiri?

Ya puestos a eso de la desobediencia, no puedo entender que esta multa –y las que irán viniendo– suscite tanta preocupación. Lo suyo sería responder con tanta convicción y chulería como se hace últimamente: «Pónganse este papelito en el culo y bailen». O algo así. Pero no: la pela sigue siendo la pela.

Agradezco al señor Puigdemont que, no habiendo sido usuario de los servicios del 9-N, haya tenido la elegancia de no invitarme a satisfacer mis dos euritos, así como también le pediría que ingrese en mi cuenta corriente –de la que, según sentenció el juez Vidal, ya debe tener constancia– la parte alícuota de urna y papeleta que no usaré. Me encanta votar, pero en serio.