Análisis
El Palau es nuestro
La Guardia Civil actuó en el marco de la investigación del 'caso del 3%' sobre el presunto cobro de comisiones ilegales por parte de CDC
Astrid Barrio
Profesora de Ciencia Política de la Universitat de València. Miembro del Comité Editorial de EL PERIÓDICO
ASTRID BARRIO
La historia de los gestos heroicos -y algunos menos heroicos, el 'caso Palau', por supuesto- de la antigua CDC y del actual PDeCAt parece estar irremediablemente vinculada a algún 'palau'. La detención de Jordi Pujol sometido posteriormente a tortura, cárcel y destierro, hechos por los que fue elevado a la categoría de mito de la resistencia catalanista al franquismo, se produjo a raíz de los famosos acontecimientos del Palau de la Música en los que se cometió el terrible sacrilegio de entonar el 'Cant de la senyera' cuando había sido eliminado del programa oficial por orden gubernativa.
Y ahora, otro Jordi, el nuevo consejero de Presidència, y en otro 'palau', esta vez el de la Generalitat, tratando de emular el heroísmo de Pujol, ha querido erigirse en defensor de la dignidad de los catalanes impidiendo el libre acceso a la institución a la Guardia Civil, considerado por muchos sectores del nacionalismo catalán uno de los brazos armados del Estado opresor. Otro gesto de dignidad en defensa de Catalunya y sus instituciones.
REQUERIMIENTO JUDICIAL
Sucede sin embargo que los agentes de la Guardia Civil acudieron al Palau, al igual que lo hicieron al Parlament de Catalunya y a la Conselleria de Justícia sin que se produjese ningún tipo de obstrucción, acompañados del fiscal anticorrupción José Grinda, a requerimiento del magistrado del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, Carlos Ramos, en el marco de la investigación del 'caso del 3%' sobre el presunto cobro de comisiones ilegales por parte de CDC. El objetivo era recabar información sobre las actividades del exsecretario del Govern y 'exconseller' de Justícia Germà Gordó, ahora diputado no adscrito, que el próximo lunes debe comparecer ante el citado tribunal y sobre el que recaen sospechas de ser el 'conseguidor' de las supuestas comisiones ilegales.
Nada que ver, por tanto, con cuestiones políticas ni con ningún atropello a la dignidad de Catalunya y sus instituciones. Por ello, más que un gesto de dignidad lo sucedido en el Palau de la Generalitat ha sido más bien un exceso de gesticulación por parte del 'conseller' Turull, y más teniendo en cuenta que si no había orden de registro era porque no se iba a registrar sino a requerir información: las agendas del exsecretario del Govern y 'exconseller, que hasta entonces no habían sido entregadas.
NORMALIDAD DEMOCRÁTICA
Que la situación es tensa a nadie se le escapa y ver a la Guardia Civil, aunque sea de paisano, entrando en el Parlament y en la Generalitat, las dos instituciones que expresan el autogobierno catalán, no contribuye a calmar los ánimos. Pero no hay que olvidar que no se trata ni de un ataque a las instituciones catalanas ni a sus ciudadanos sino, por utilizar un concepto muy de moda, un acto de normalidad democrática.
De ahí, que no permitir el acceso al fiscal y a los guardia civiles y dejarlos durante horas a la espera en una sala en la planta baja puede ser para algunos un acto de reivindicación y resistencia cargada de simbolismo pero en un Estado de derecho parece más bien un gesto propio de quien no cree en el imperio de la ley.
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