Gente corriente

«Hay tanta gente que nos salva cada día...»

Joaquín Inglada promueve la solidaridad atravesando la península Ibérica en moto náutica

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CARME ESCALES

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El 31 de julio, Joaquín Inglada (Barcelona, 1971) pondrá en marcha su moto náutica en aguas del río Bidasoa, en Hondarribia, iniciando así la travesía de la península Ibérica. Su idea es completar la vuelta el 15 de agosto, en el Port Fòrum de Barcelona. El reto es parte del proyecto BrainXperience (www.brainxperience.com), que visibiliza la solidaridad de fundaciones y entidades nacidas para mejorar la vida de los más vulnerables. Inglada también siente que retorna, así, parte de lo que él recibió después de sufrir dos accidentes en los que pudo perder la vida.

-¿Agradece a alguien concreto estar vivo? Cuando estás mucho tiempo ingresado en un hospital, grave, te das cuenta de que es una larga cadena de personas la que te salva la vida. Solemos pensar que fue el cirujano que hizo la intervención más delicada, o quien te estabilizó. Pero, las enfermeras, las personas que limpian, damos por supuesto que todo tiene que estar impecable, pero quien se encarga de ello, ¿no te está también salvando la vida? Y aún hay algo más que nos pasa desapercibido.

-¿Qué es? Es el detalle de la señora que viene a limpiar tu lavabo, cuando te dice que no te preocupes si tienes que usarlo justo cuando termina su turno, que igualmente pasará, antes de irse a casa, a limpiarlo de nuevo. Y es la sonrisa y la amabilidad con las que te lo dice. Esa sonrisa que no está en el contrato de un trabajo, pero ¡qué bien haberla encontrado!, porque ese plus también cura. Hay tantos detalles y gente que nos salva cada día...

-Con 21 años, un coche -chófer sin carnet y sin seguro- pasó por encima de él, que iba en moto. Le amputaron la pierna izquierda por debajo de la rodilla. Y en el 2014 tuvo un accidente con la moto náutica. Solo en alta mar. ¿No le ha quedado miedo? No, miedo no, mis accidentes me han dejado fuerza. Y ahora, aquello que casi me mata, la moto náutica, me ayuda a dar las gracias y a promover la solidaridad. No recaudo dinero, visibilizo el trabajo de dos fundaciones. Una es la del doctor Clavel, neurocirujano, que presta atención médica y tratamiento quirúrgico de enfermedades cerebrales y de columna en países en desarrollo, como Etiopía, donde hay dos neurocirujanos para 98 millones de personas. Y la otra es la Fundación Isabel Gemio, que procura recursos para investigar enfermedades neuromusculares, distrofias musculares y otras enfermedades raras.

-Usted fue nombrado embajador de la accesibilidad universal por COCEMFE Barcelona -federación que trabaja por la mejora en la vida de las personas con discapacidad-, ¿cuál es su misión? La principal es difundir mi convicción de que mejorar la vida de quien, por accidente o enfermedad, necesita algo más para su autonomía, nos beneficia a todos como sociedad. Toda persona que requiere una prótesis debería recibir una de última generación. Hablamos mucho de 'smartcities' y de nuevas tecnologías, pero las verdaderas ciudades y sociedades inteligentes son las que mejoran la vida del más vulnerable. Cómo integramos la discapacidad es el termómetro del progreso y la riqueza.

-¿Recuerda cuál era su mirada de la discapacidad antes de su amputación? Me acuerdo que en el barrio de Gràcia, donde vivía, cuando yo tenía 14 o 15 años, me solía cruzar con una chica joven a la que le faltaban los dos brazos. Y yo me preguntaba: ¿cómo será su vida?, y me sentía afortunado de tener mis dos brazos.

-Ahora su fortuna es vivir... Sí, la vida es un regalo que agradezco, después de sobrevivir a mis accidentes.

—Pero Supermán no existe, habrá tenido sus duelos, también. Claro que sí. Uno llora aunque sea en soledad, aunque sea un lloro interno, pero no hago de la discapacidad mi tristeza.