INTANGIBLES

Coraje y consenso

El campus de Esade en Sant Cugat del Vallès.

El campus de Esade en Sant Cugat del Vallès.

CARLOS OBESO

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El  informe 'Infojobs-Esade 2016' confirma que en España se crea empleo. En el año 2008, el portal registró 2, 1 millones de ofertas de empleo con un promedio de 28 candidatos por oferta. En el 2012, las ofertas bajaron a 890.000 y el número de candidatos por puesto subió a 74. En el 2016, la oferta se acerca a la del 2008 y la competencia por puesto ha bajado a 56, una excelente noticia. Y es que en el 2014 se inicia un crecimiento del empleo que nos acerca a los niveles del 2008.

¿Nos tenemos que congratular? Por supuesto. Pero, dado el entorno macroeconómico favorable (el nivel micro es otra cosa) conviene reflexionar sobre cómo hemos llegado hasta aquí. El crecimiento se apoya en tres pilares: turismo (75,3 millones de turistas en el 2016), exportaciones, con un incremento del 1,9% y consumo interno (por crecimiento del empleo). Pero el crecimiento del turismo y de las exportaciones se basa, en buena parte, en la deflación salarial, ¿Es el modelo que queremos?

Fijar como objetivo de éxito, como hace el Gobierno, que en el año 2020 alcancemos las cifras del 2008, es dar por buenas tasas de desempleo del 11% y de población activa del 59% (la media europea es del 67,1%); es dar por bueno el crecimiento por inercia (en buena parte del 2016 tuvimos gobierno en funciones) que tiene límites muy claros; no se puede aumentar la cifra de turistas ad infinitum.

¿Cómo cambiar esa inercia? No hay recetas. En realidad, no sabemos por qué ciertas economías generan empleo y otras no.  Pero hay cosas que sí podemos hacer como "condición necesaria". La más importante: ser conscientes de la obsolescencia creciente de las recetas que funcionaban en la "economía vieja", y aceptar que hay una economía "nueva" (etérea, deslocalizada, basada en el saber) que emerge, suplanta o se incrusta en la vieja aceptando que entender sus reglas de funcionamiento supone un cambio de paradigma que todavía no tenemos claro. 

Tenemos también que acelerar ciertos cambios estructurales.  Repensar a fondo el modus operandi de las políticas activas sería uno. O flexibilizar la formación, todavía muy rígida, apostando por la formación profesional adaptada progresivamente a la nueva economía. Simplificar los procesos de creación de empresas y, por supuesto, repensar la ley de reforma laboral fundamentalmente en las facilidades para el descuelgue de empresas obsoletas, o recobrando el protagonismo de los convenios de sector como reguladores de la política salarial.

Y por supuesto, garantizando que la inversión pública responda a criterios de eficacia y eficiencia y no de prácticas corruptas. Son acciones que sabemos que hay que hacer. ¿Por qué no se hacen?, Porque mucha gente e instituciones viven del sistema actual. Cambiarlo exige coraje y consenso político, cosa difícil en nuestras actuales circunstancias.