La batalla por el relato

En la guerra fratricida del PSOE, la lucha por la supervivencia personal se antepone a la reconstrucción de un proyecto colectivo hecho trizas

Díaz, López y Sánchez

Díaz, López y Sánchez / vls

ENRIC HERNÀNDEZ

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En la adversidad, el ser humano se agranda o se achica, sin término medio. Nuestra identidad social, con sus virtudes y miserias, es un escaparate personal, la sombra que proyectamos a nuestro entorno. Solo en las situaciones límite emerge lo que en verdad somos.

Los hay que pierden la memoria del ayer y la perspectiva del mañana, ocupados solo en el hoy, en su salvación particular. Y también quienes, sabedores de que ningún conflicto es eterno, obran pensando en el día después. En que no todo se rompa. O en recoger los pedazos para recomponerlo después.

En la guerra fratricida que libra la familia socialista escasea la altura de miras y menudea, en cambio, el puro instinto de supervivencia. Con un partido hecho trizas y a la deriva desde hace un lustro, cuando le sorprendió gobernando una crisis hija del neoliberalismo pero homicida de la socialdemocracia, el socialismo español ha puesto más empeño en buscar culpables que en hallar remedios.

No se atisba, ni en discursos ni en documentos, que los tres aspirantes a liderar el partido encarnen proyectos políticos muy dispares. El 'No es no' al PP de Pedro Sánchez no constituye por sí mismo, a falta de mayor abundamiento, una alternativa sólida para disputar el poder a la derecha y transformar el país. Tampoco el '100% PSOE' de Susana Díaz, prospecto de una receta solo apta para afiliados incondicionales, no para votantes por conquistar. Ni el 'ganamos todos' de Patxi López, salomónica llamada a la unidad solo útil para convertirlo en el único candidato con asiento asegurado en la nueva ejecutiva.

GUERRISMO OCHENTERO

No libra el PSOE un combate colectivo de ideas, sino una batalla personal por el relato. El exlíder derrocado arenga a las bases izquierdistas contra una cúpula cómplice del PP. Y, frente al aventurismo insurrecto, la lideresa promete un matriarcado a la andaluza, dulce cobijo del aparato heredero del guerrismo ochentero. 

Cuando cesen las hostilidades, sea tras las primarias del domingo o tras el congreso de junio, al ganador o ganadora le costará reconstruir los puentes dinamitados. El relato personal habrá arruinado el proyecto colectivo