Comprar un bebé, vender un riñón

Quien compra un riñón lo necesita por una cuestión de vida o muerte. El que compra un niño, no. Quien no pueda entender esto, tiene un serio problema de empatía. Y de ética

Una mujer embarazada.

Una mujer embarazada. / periodico

LUCÍA ETXEBARRIA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Seis asociaciones de mujeres presentaron una denuncia ante la Fiscalía General contra la feria de la gestación por subrogación Surrofair, que se celebró el primer fin de semana de mayo en Madrid. Solicitaron, sin éxito, la "suspensión cautelar del evento, así como la persecución de la actividad ilícita de las empresas participantes".También convocaron una manifestación.

Para quien aún no entienda por qué la ley prohíbe esta práctica diré que en España no se me permite vender un riñón. Sí, tengo dos riñones, podría vivir con uno solo. Pero para que tú no te aproveches de mi necesidad, se impide que pueda venderlo en caso de que yo estuviera desesesperada y tú fueras muy rico. No se admite que el rico pueda comprar un riñón aprovechándose de la necesidad desesperada del pobre.

Pasar por la experiencia de un embarazo, un parto y la entrega de un niño al que has gestado, y por lo tanto al que te has vinculado y tener que entregar después ese bebé, es una experiencia tan traumática o más que deshacerse de un riñón. Ese bebé es tu bebé, tú lo has gestado y parido. La madre no es una simple vasija recipiente. La madre y su bebé desarrollan un nexo que tiene una fuerte base biológica. El vínculo se produce tanto a nivel celular como neuronal. Con el embarazo, el cerebro de la mujer cambia, estructural y funcionalmente, al responder a las consignas básicas que recibe del feto. Este vínculo se refuerza con el parto porque se potencian los circuitos neuronales más fuertes de la naturaleza.

Por otro lado, el parto supone la liberación de oxitocina almacenada para reforzar el vínculo de apego. La oxitocina te engancha al bebé, te hace adicta al bebé nada más nacer. Por eso es tan difícil, tan traumático, para una mujer separarse del bebé que ha gestado y parido.

No permitimos la compra venta de un riñón por lo mismo que no permitimos la compra venta de un niño. Porque solo vende un riñón o vende un bebé la persona que está en una situación desesperada, y porque por ética no queremos que nadie se aproveche de esa situación desesperada. Y el que compra un riñón lo necesita por una cuestión de vida o muerte. El que compra un niño, no.

Quien no pueda entender esto, tiene un serio problema de empatía. Y de ética.