EN CLAVE EUROPEA

Autocomplacencia en la Unión Europea

El presidente electo francés, Emmanuel Macron, posa para un selfi junto a unas simpatizantes, ayer en París.

El presidente electo francés, Emmanuel Macron, posa para un selfi junto a unas simpatizantes, ayer en París.

ELISEO OLIVERAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La victoria de Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales francesas ha reactivado la autocomplacencia de los gobiernos y las instituciones de la Unión Europea (UE), como si la derrota de la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen, disolviera milagrosamente las causas que alimentan el profundo malestar social existente en Europa.

Los dirigentes de la UE parecen olvidar que Le Pen logró 10,6 millones de votos, lo que supone un nuevo record ultra, pese a su desastrosa actuación en el debate televisivo con Macron y a su plan de salir de la UE y del euro, algo que temen la mayoría de los franceses. También soslayan la protesta reflejada en la cifra récord de abstención y votos en blanco (34% de los electores).

Los líderes europeos siguen negando que el desencanto ciudadano se deba a la política económica que se impone desde Bruselas de forma tecnocrática y consideran que es fruto de la insuficiente explicación de los beneficios de pertenecer a la UE.

COMO SI LA COSA NO FUERA CON ELLOS

Los líderes europeos actúan como si en ese malestar no tuvieran ninguna responsabilidad las políticas que ha promovido la UE: austeridad, recorte de derechos laborales y sociales, privatización y encarecimiento de los servicios públicos, desregulación financiera (que condujo a la crisis), reparto injusto de los sacrificios de la crisis, rebaja de los impuestos para los más favorecidos y pasividad con las empresas y bancos que operan en los paraísos fiscales. O las políticas que se han abandonado: defensa de un empleo no precario, salarios que cubran el coste de vivir, vivienda asequible y reducción de la desigualdad social.

De los principales países de la eurozona, Francia es el que ha registrado un menor empeoramiento de la desigualdad gracias a su protección social y sus servicios públicos, aunque los ingresos del 1% más favorecido se han disparado como en el resto de la UE. Entre el 2000 y el 2015, los ingresos del 20% más rico de Francia pasaron a equivaler de 4,2 a 4,3 veces los ingresos del 20% más desfavorecido, mientras que en Alemania pasaron de 3,5 a 4,8 veces, en España de 5,4 a 6,9 y en Italia de 4,8 a 5,8, según Eurostat.

Francia también es el país con menos personas con empleo pobres: el 7,5% del total de ocupados, mientras que el porcentaje asciende al 9.7% en Alemania (después de doblarse en 10 años), al 11,5% en Italia y al 13,1% en España. Francia es asimismo el país con menor porcentaje de población en riesgo de pobreza: el 17,7% (inferior incluso al del 2004), mientras que se ha incrementado hasta el 28,6% en España, el 28,7% en Italia y el 20% en Alemania.

PALOS EN LAS RUEDAS A MACRON

Una vez desaparecida la amenaza de la victoria de Le Pen, al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, le faltó tiempo para reclamar a Macron que recortara el gasto público. "Francia gasta demasiado", criticó Juncker.

Macron ha aceptado la disciplina presupuestaria sacralizada por Berlín y ha anunciado además que aplicará por decreto una nueva reforma laboral como reclama Bruselas. A cambio espera comprensión por el impacto en las cuentas públicas de su plan de inversión y respaldo a su propuesta de reforma de la eurozona para dotarla de un presupuesto que sirva de mecanismo de solidaridad entre los países.

Pero la cancillera alemana, Angela Merkel, ya ha descartado cualquier reforma de la eurozona y el candidato socialdemócrata a las elecciones de septiembre, Martin Schulz, ha rechazado sus críticas al excesivo superávit de la balanza de pagos alemana (que daña la economía de la eurozona).

La Comisión Europea insiste en que la prioridad es rebajar el déficit público (que ya está en el 3% del PIB) y ha desestimado los planes de Macron de iniciar un debate ciudadano desde la base sobre la UE y de reservar los mercados públicos europeos a empresas que tengan al menos la mitad de la producción en la UE.

Las últimas iniciativas presentadas por la Comisión Europea ante el malestar ciudadano son cosméticas. El plan sobre derechos sociales queda como mera recomendación. La lucha contra los paraísos fiscales se está descafeinando. Bruselas ha reconocido esta semana que la globalización tiene efectos negativos y que sus beneficios se reparten de forma inequitativa, pero sus soluciones siguen siendo vagas: "acuerdos comerciales más justos" y establecer cláusulas contra el 'dumping' social y medioambiental o la evasión fiscal, ausentes en el tratado firmado con Canadá o en el que se negociaba con EEUU.