MIRADOR

El escarnio

Al negociar con el PNV, probablemente a Rajoy ni se le pasó por la cabeza Catalunya

Rajoy, con el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, el pasado julio.

Rajoy, con el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, el pasado julio.

MARÇAL SINTES

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Escarnio: “Burla tenaz que se hace con el propósito de afrontar” (Diccionario de la RAE 'online').

Si uno conoce un poco la historia reciente del PNV no puede sorprenderse del pacto al que han llegado Mariano Rajoy y los nacionalistas vascos para aprobar los Presupuestos del primero. El PNV, que se halla al frente del Gobierno de Vitoria, ha realizado un ejercicio de estricta de 'realpolitik' y ha aplicado el principio que suele regir las relaciones internacionales de cualquier país, que, trasladado a este caso, indicaría que Euskadi no tiene amigos, sino solo intereses. Y los intereses eran mucho dinero (1.400 millones), más dinero (rebaja del cupo) e inversiones en infraestructuras (la llamada 'Y' vasca).

Como se sabe, Euskadi y Navarra, gracias a su sistema especial, están hiperfinanciadas en relación al resto de autonomías. Ahora, la primera lo va a estar más todavía, algo que, constituye un verdadero escándalo que al gobierno del PP debería hacerle enrojecer cada vez que proclama -normalmente a modo de reproche a Catalunya, una comunidad ahogada por su excesiva contribución a la caja única- la igualdad entre todos los españoles.

La situación en Catalunya y el pantano de corrupción en el que chapotea el PP han proporcionado al PNV una oportunidad de oro, y vaya si la ha aprovechado. No quiero ni imaginar el terremoto que estaría sacudiendo España si, en lugar de con el PNV, el trato se hubiera cerrado con el PDECat o Esquerra Republicana.

Tanta generosidad con los nacionalistas vascos llega tras negarse Rajoy a mejorar la financiación catalana. Es decir, a hacer con Catalunya lo que acaba de hacer con Euskadi. También tiró a la basura las 23 peticiones del 'president' Artur Mas para Catalunya y luego las 46 de Carles Puigdemont. El PP sigue rechazando igualmente hablar del referéndum, pese al clamor de la sociedad catalana.

La operación diálogo fue propaganda barata. Luego vino la promesa de muchos millones en infraestructuras, que resultó ser otra tomadura de pelo, pues en realidad el importe se reducía. Colma el vaso que pretendan hacer pasar el corredor mediterráneo por Madrid (!) y que con el dinero del corredor se estén pagando inversiones en el área de la capital.

Al negociar con el PNV, probablemente a Rajoy ni se le pasó por la cabeza Catalunya. Ha demostrado ampliamente que le importa un bledo lo que los catalanes piensen o sientan. A Catalunya se la castiga y se le niega el pan y la sal, además de amenazarla a diario con todo tipo de castigos y represalias. Mientras tanto, no hay problema en hacer y dar lo que haga falta por el voto del PNV. Se trata de un hiriente escarnio, que además retrata muy bien cuál es la naturaleza del PP y de su supuesto patriotismo.

Un escarnio que, por cierto, sin duda refuerza las razones y argumentos de los independentistas y hunde un poco más en la desesperación a aquellos que, con buena o mala fe, predicaron y predican una posible tercera vía, esto es, que el PP pueda hacer algún tipo de propuesta constructiva a Catalunya. Sucede todo lo contrario.