Una charca de Estado

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, sale del Congreso de los Diputados, el pasado 15 de marzo.

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, sale del Congreso de los Diputados, el pasado 15 de marzo. / periodico

ALBERT SÁEZ

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Dice el pensamiento dominante que la antigua Convergència abrazó el independentismo para esconder la corrupción. De manera que la mejor manera de proteger la unidad de España sin pasar por las urnas es ahondar en la corrupción prehistórica, histórica y presente con acento catalán. Ese esquema tan simplista se basa en una premisa como mínimo discutible: el descubrimiento de la farsa pujolista acabará por desanimar a los independentistas conversos hasta que rediman sus penas votando en las inminentes elecciones autonómicas a favor de Ciutadans o incluso de un renovado PSC bajo la égida de Susana Díaz. En caso de emergencia también podría salir a escena ese partido en estado de permanente fundación de Fernández Teixidó, investigado en su momento por conexiones con la mafia rusa. O incluso UDC, el único partido condenado hasta el momento por beneficiarse de los corruptos. Hay una parte del inmovilismo en España que tiene un sueño aún más húmedo que el del independentismo: que Catalunya siga para siempre gobernada por formaciones cargadas de corrupción con las que resulte fácil negociar el 'peix al cove' con un doble fondo con destino a la Andorra de Pujol Ferrusola.

Es curioso que la regeneración catalana la lidere un partido cuyo medio vital es una, ahora ya inmensa, charca de corrupción en la que las familias no se organizan por corrientes ideológicas sino por tramas corruptas: 'Gürtel', 'Púnica', 'Palma Arena', 'Taula', 'Isabel II', etc. Un partido al que se le amontonan los exministros corruptos, los extesoreros corruptos, los expresidentes de comunidades autónomas corruptos, los secretarios regionales corruptos, etc. Josep Borrell tiene un reto por delante y es deleitarnos ahora con Los cuentos y las cuentas del antiindependentismo. No es de extrañar que ante este panorama, Xavier García-Albiol suba el tono a cada declaración y vea el fantasma del nazismo en cualquier rincón de la Catalunya independentista. Si quisiera verlo en la Catalunya real lo tendría fácil siguiendo los trabajos de Jordi Borràs. Será porque cuando mira hacia otro lado se encuentra con la camorra. ¿No se estará abrazando el PP al antiindependentismo para esconder la corrupción? Seguro que no, porque el PP es un partido de Estadosin adjetivos porque sobrevive a cualquiera de sus formas.