Al contrataque
'Patria', segundo tomo
En la dividida Catalunya del 'procés' únicamente se habla de verdad a favor o en contra de la independencia cuando se está en confianza
Antonio Franco
Periodista
ANTONIO FRANCO
Existen varias lecturas posibles de Patria, de Fernando Aramburu, más allá de la de aproximarse a la complejidad del mosaico vasco durante los años negros de ETA. Propongo una de esas segundas lecturas: fijarse en lo dicho explícitamente y lo no dicho por la gente normal que vivía aquella situación problemática, su uso de eufemismos en vez de confesar la verdad, buscar el trasfondo de los silencios miedosos que recoge el libro.
Hay, por supuesto, diferencias abismales entre aquella Euskadi y la actual Catalunya. Aquí las prevenciones y cautelas son blandas porque no hay una coacción frontal por sangre. Sin embargo, y salvando las importantes distancias, reconozco muchas de las autocensuras y tendencias al silencio de diversos personajes de Patria como similares a algunas que percibo ahora aquí. Esa inseguridad respecto a hablar con plena libertad es un déficit democrático que algún día deberá diseccionarse en una especie de segundo tomo de Patria.
CORRECCIÓN POLÍTICA
Más allá de los políticos y los comentaristas, en la dividida Catalunya del procés únicamente se habla de verdad a favor o en contra de la independencia cuando se está en confianza. Y se debate muy poco de forma transversal entre quienes están a favor de una u otra opción. Hay tan poco diálogo sincero popular como diálogo oficial entre Barcelona y Madrid. Y en los casos en que se produce, el discurso frecuentemente cambia si a la conversación iniciada se le añade una persona no amiga. Hay, claro, excepciones, pero más bien en un solo sentido, porque el impulso soberanista actúa más desenvuelto. Es el que gobierna Catalunya y el que en muchos ámbitos se ha convertido en el políticamente correcto pese a que las encuestas revelen tozudamente que la mayoría de la población lo que desea es incrementar la autonomía dentro de España.
CAUTELA Y NO MOJARSE
En la gente de la calle predomina la cautela y no mojarse. Constato que el procés es un tema ausente en lo mucho que se oye decir en voz alta en el transporte público, los bares o delante de los mostradores de las tiendas. Es la gran cuestión entre los buenos amigos, pero cuando se habla de política fuera de ese círculo lo habitual es desviarse a lo de «todos son unos corruptos» (a lo que los más gallardos añaden «los de allí y los de aquí»), o al «no nos quieren», «no nos tratan bien», «no nos aceptan como somos», que junto a «es una locura» son las máximas aproximaciones al gran tema candente. Hasta ahí llega el intercambio de ideas. Y eso difícilmente cambiará ahora, cuando los que predican la necesidad de la desobediencia empiezan a advertir de lo que les pasará a quienes les desobedezcan a ellos después de que llegue su día de la libertad.
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