tú y yo somos tres

Quiere hacernos reír y no lo consigue

ferran Monegal

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Da la sensación de que José Mota está atrapado en un bucle. Cada vez que estrena nuevo 'show' en TVE-1, aun esforzándose por divertirnos y hacernos reír, no lo consigue. Ahora acaba de presentar su nuevo espectáculo, '<i>El acabose'</i>. Esta vez ha hecho una pequeña variación escenográfica: comienza sentado en un sofá, con un invitado (David Bustamante), como si fuera un 'late show'. Pero el programa lo llena como siempre: con 'esketches' que pretenden ser humorísticos. En mi casa no se ha reído ni el canario. He salido un momento al balcón, y tampoco he escuchado risas; ronquidos, sí. Siempre he considerado que Mota es un buen humorista, pero sus gags son inevitablemente blandos y escapistas. Debe ser el síndrome TVE-1: cualquier sarcasmo tiene que ir sumergido en azúcar, como un cóctel sin alcohol, tipo San Francisco. Por ejemplo, se ha atrevido a hacerle una pequeña caricatura a Rajoy, unos pocos segundos, encantado de que las encuestas cada vez le den más alegrías, y en lugar de una mordacidad le ha salido un espot, un anuncio. Ha hecho otro disfrazado de fiscal en un juicio. Hombre, en este país tenemos un buen repertorio de juicios para elegir: Pretoria, Púnica, Bárcenas, Gürtel, tarjetas black, Nóos, la trama del 3%, la consulta del 9-N... Pero Mota eligió un juicio sobre el 'recambio clismático' y los osos polares que se han transformado en 'bipolares' por la desaparición de la 'capa de ozore's por el 'efecto invertedero'. Vaya, parece que en lo único que ha acertado Mota es en el nombre de su 'show'el acabose.

UN 'SOPAR' MUY ALIMENTICIO .- No pase un día más sin comentar el interesante '<i>El sopar'</i> (TV-3) que mantuvo <b>Roger de Gràcia</b> hace unos días con Rosa Maria CalafSandra BalsellsAlbert Elfa y <b>Sergi Vicente</b>. Son todos ellos grandes routiers del periodismo. Han viajado por todo el mundo. Como informadores, no como turistas. <b>Rosa Maria</b>, por ejemplo, ha visitado 182 países. Son criaturas con una extraordinaria percepción de la vida. Alejados del enfermizo ombliguismo, a veces tan mezquino, poseen un cerebro que ha cambiado lo aldeano por lo cosmopolita. Decía Albert que sus años en Washington, en Israel, y ahora en Bruselas, han sido el mejor regalo que les ha hecho a sus hijos: abrirles el mundo. Mark Twain advertía que viajar cura los prejuicios y el provincianismo. O sea, que viajar debería formar parte de la educación. Sobre todo la de los adultos.