Más allá del 8-M: hagamos cotidiana la conciencia feminista

Es necesario rellenar este día internacional de la mujer de contenido, de compromisos políticos de los que después haya que rendir cuentas día a día

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GEMMA ALTELL

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Utópicamente, en una sociedad donde los derechos que nos reconocen las leyes y tratados internacionales estuvieran plenamente implantados no nos haría falta un 8 de marzo, una jornada en la que, oficialmente, toca prestar atención a todo aquello que las personas y colectivos feministas -defensores de la equidad de género- trabajamos y reivindicamos con conciencia y convicción cotidianas, al margen de la excepción política y mediática que otorga un día internacional. Utópicamente, nacer y/o vivir como mujer no supondría un agravio, en ningún sentido. Las utopías nos sirven para no olvidar cuál es el objetivo y, mientras tanto, continuar haciendo camino.

Año tras año, cada 8 de marzo, nos encontramos repitiendo consignas demasiado parecidas en las manifestaciones; oímos los mismos buenos propósitos políticos a los medios de comunicación y acudimos a los mismos actos institucionales. Es cierto. Pero también lo es que debemos este día a todas las mujeres que lucharon antes que nosotros y que han hecho que ahora podamos estar cuestionando si tiene sentido o no mantener la celebración.

DESIGUALDAD ESTRUCTURAL Y MORTAL

Queda mucho trabajo por hacer. Dramáticamente, cada día vemos o vivimos hechos que evidencian que la plena igualdad no rige la realidad en la que nos desarrollamos, ni en el espacio público, ni en el mercado de trabajo, ni dentro ni fuera de los hogares. Vivir en una sociedad con justicia de género se mantiene en el plano de la utopía; porque la desigualdad estructural sigue matando mujeres cada día.

Las mujeres debemos reapropiarnos de esta celebración reivindicativa, que no sirva de coartada a las instituciones para hacer solo declaraciones de intenciones. Es necesario rellenar el 8 de marzo de contenido, de compromisos políticos por los que después haya que rendir cuentas día a día.

El 8 de marzo nos pone ante el reto, también, de hacer partícipes a todas las mujeres de una lucha que es colectiva. Nos pone el reto de saber explicar mejor los feminismos a todas. Y también a todos. Porque lo que pretendemos es una sociedad justa, donde todas (y todos), diversas, quepamos con libertad y equidad. Donde podamos ser libres para caminar por la calle a cualquier hora, libres para trabajar donde queramos en función solo de nuestra valía, libres de no hacerlo y de tener hijos/as o no tenerlos. Todo esto y mucho más es el feminismo. ¿No nos interpela a todas?

REVOLUCIÓN CONTRA EL PATRIARCADO

En mi utopía particular, imagino conseguir que muchas mujeres que hasta ahora no se han identificado con la lucha por los derechos de las mujeres se puedan sentir parte. Esta sería una verdadera revolución contra el patriarcado. Quisiera decir que hemos hecho esfuerzos para compartir, explicar, empatizar y entender que todas hemos nacido en el patriarcado y que todas necesitamos un proceso para deconstruir y empezar a creer en la complicidad y las alianzas compartidas entre mujeres como una fuerza colectiva.

Sumar fuerzas más que dividir, buscar lo que nos une que, a buen seguro, es más que lo que nos separa. Todas, por ser mujeres, ya somos supervivientes de diferentes situaciones que, a lo largo de la vida, nos han hecho sentir que llamarnos mujeres significa muchas cosas.

¿Y los hombres? En mi utopía también están. Acompañándonos y dejándonos nuestros espacios. Reconociendo y renunciando a los privilegios. Reconociendo nuestros saberes y descubriendo que podemos ser compañeros en el camino cuando nos reconozcamos iguales. Sujetos de derechos, de los mismos derechos.