La gran cita de la tecnología en Barcelona

Mobile World Congress: no es el fin sino el medio

Los beneficios del congreso no son solo para determinados sectores empresariales de la ciudad, sino para sus ciudadanos

Mobile World Congress

Mobile World Congress / periodico

JUAN FRANCISCO JIMÉNEZ

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Entre el 27 de febrero y el 2 de marzo Barcelona se convertirá de nuevo en la capital mundial de la innovación y la transformación digital. Serán los días que dure el Mobile World Congress (MWC). Se trata de una actividad económicamente decisiva y con una capacidad de repercusión extraordinaria que sitúa durante una semana a la capital catalana en el escaparate internacional y promueve su imagen tecnológica.

Pero es más que eso, el MWC no es un evento que empiece y acabe en sí mismo, es una oportunidad que la ciudad debe percibir y potenciar. Es un trampolín para que en Barcelona se desarrolle con mayor fuerza un tipo de negocio ligado a esta capitalidad tecnológica. Cada vez hay más pequeñas empresas -que pueden llegar a ser grandes- que trabajan en aspectos concretos del móvil: aplicaciones, geolocalización, data y otras cuestiones; pero también empresas -las 'tech'- ligadas a internet y al mundo digital. Además, el Mobile no es solamente un aparador donde las grandes marcas -Cupertino al margen- presentan sus nuevos terminales móviles: el móvil da paso ya a lo móvil y 'wearables', nuevos dispositivos e ideas innovadoras explican nuevos conceptos de entender la comunicación digital y con lo digital.

NUEVOS PROFESIONALES

Gracias al MWC existe en la ciudad una inyección económica del momento: muchos profesionales acuden a la cita y hoteles, restaurantes y transportes se benefician del evento, que deja más de 400 millones de euros de beneficio. Sin embargo, hay un efecto más interesante y sostenido en el tiempo, el que ejerce sobre el tejido industrial y económico que fomenta este tipo de actividad.

No es esta una cuestión desdeñable, desde que los analistas indican que progresivamente sufriremos una pérdida de puestos de trabajo derivados de una mayor tecnificación de las empresas, ser motor de ese cambio conlleva evidentes beneficios. Ya se anuncia la Cuarta Revolución Industrial que irá ligada a los robots y que podría acabar con cinco millones de puestos de trabajo en los 15 países más industrializados del mundo.

Los beneficios, por lo tanto, no son solo para determinados sectores empresariales de la ciudad, sino para sus ciudadanos que, formados adecuadamente para esos nuevos perfiles profesionales, pueden protagonizar y ser agentes activos del cambio laboral que se avecina.

CAMINO POR ANDAR

Pero hay camino por andar: Barcelona no consigue estar todavía en la lista de las principales ciudades tecnológicamente emprendedoras de Europa. Un reciente informe de la filial alemana de consultora Ernst & Young no incluía a Barcelona entre las siete primeras ciudades con más startups, una lista que lideraba Berlín seguida de Londres, Estocolmo, París, Hamburgo, Munich y Zúrich.

Ponerle el adjetivo 'smart city' a Barcelona no solo supone inundar las calles de 'wifi' gratis, desplegar una red de 'bicing' y acoger eventos internacionales de tecnología, también supone ser parte activa de ese movimiento a través de sus ciudadanos y de las instituciones que integran la ciudad. El MWC no es un fin en sí mismo, es un paso del camino que Barcelona debe transitar para convertirse en una ciudad digital de verdadera referencia internacional (no solo durante una semana).