Más allá de las estructuras físicas

Ciudad y paz

El urbanismo puede definir las características mínimas que debería tener cualquier barrio

Columpios en el parque de Sant Ramon de Penyafort con la calle de Orient.

Columpios en el parque de Sant Ramon de Penyafort con la calle de Orient.

JOSEP OLIVA CASAS

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Carta de la Paz dirigida a la ONU es una fundación barcelonesa que en uno de sus puntos propugna la convivencia y la cohesión social en las ciudades. Tiene carácter internacional y el primer congreso tuvo lugar en Barcelona hace cuatro años y el próximo se celebrará en la República Dominicana en junio. Uno de los ejes hace referencia a ciudad y paz, y por eso han contactado conmigo. Es una asociación de conceptos interesante.

El urbanismo no solo debe pensar en la estructura física, sino también en su funcionamiento ulterior y en las relaciones que puedan establecerse entre ciudadanos tanto en el barrio como la ciudad entera: es la faceta sociológica. Este enfoque global contribuye a mejorar la vida de los ciudadanos. Es un tema ambicioso y complejo que reclama la colaboración de diversos campos, aparte del urbanístico.

LA FRACTALIDAD

En un libro mío del 2013 ya incorporé a la ciudad la idea de fractalidad, y creo que encaja en este tema. Es un concepto nacido recientemente y señala que «un conjunto formado por varias partes es fractal si todas las partes reflejan el conjunto». Tiene una aplicación directa en el caso de las ciudades en las que los barrios son las partes y el conjunto es la ciudad entera. Señalo que en una ciudad tipo se pueden distinguir tres clases de entornos: 1) el principal espacio de centralidad que contribuye a identificarla, 2) los subcentros de los barrios con cualidades de un nivel correcto y 3) una periferia que tanto puede ser de alto nivel económico como muy degradada.

Las grandes desigualdades entre barrios se hacen muy evidentes. Unos gozan de buena calidad en todos los aspectos y otros están muy degradados (viviendas precarias, urbanización pobre, falta de instalaciones básicas, ausencia de equipamientos...), y en estos un urbanismo simplemente correcto no tiene cabida. Constatar las gravísimas carencias de algunos sectores urbanos pone de manifiesto la injusticia que ello supone, y este estado de cosas debería implicar a toda la sociedad. Esto puede provocar un sentimiento de exclusión social entre los ciudadanos que viven en estos barrios degradados. Y reparar la injusticia equivale a abrir camino hacia la paz.

El urbanismo puede definir las características mínimas que debería tener cualquier barrio. Las enumero: 1) viviendas dignas, 2) urbanización correcta, incluidas las redes de servicios, 3) predominio de viviendas acompañadas de otros usos en alguna proporción, 4) transporte público integrado en la red general, 5) dosis convenientes de parques y 6) un subcentro de barrio que le imprima carácter mediante una plaza o una calle mayor.

En la remodelación de barrios en  estado lamentable, el urbanismo puede hacer una aportación importante, pero no la única. El problema es complejo, por lo que también exige la firme voluntad política de afrontar la solución mediante las adecuadas inversiones. Hay que ser conscientes de que las dificultades son muchas y se necesita tiempo.