El banquillo que no cesa

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JOAN J. QUERALT

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El año 2017 va a ser apoteósico en juicios a políticos. Los eternos de 'Gürtel' (con sus ramificaciones en Bárcenas y en el propio PP, destructor de ordenadores); los más de 30 de Palma Arena (con el exministro modelo Matas); las derivaciones valencianas, de 'Gürtel' y otra fauna autóctona igualmente corrupta; los ERE andaluces y otras triangulaciones con la UGT de Andalucía; también en Andalucía, el PP, pese a su relativamente limitado poder, se ha esforzado en mantener vivo el músculo de la corrupción: lleva varias codenas de dirigentes y promete algunas más.  

No debemos olvidar ni los 'Pokemon' ni la espectacular 'Púnica', nacida, con la desfachatez que da creerse impune, aun con la que ya estaba cayendo. Y la inminente sentencia del 'caso Nóos''caso Nóos, hito en Europa: ha sentado en el banquillo por primera vez a un miembro directo de una casa real reinante.

En Catalunya, el 'caso Palau' abrirá en marzo la temporada; queda para su estreno inminente Adigsa. Y aún parece faltar mucho para la conclusión de los abiertos a varios Pujol Pujol y el inacabable Innova en Reus, con imputados de los partidos en su día hegemónicos. Pretoria y otros ahí siguen dormitando.

EL 'PROCÉS' Y SUS PROCESOS

No serán los políticos implicados en estos casos los únicos que se sentarán en el banquillo. Para febrero, el primer juicio por el 9-N, con Mas, Rigau y Ortega; para más adelante, antes de acabar el año recién estrenado, Forcadell. A ellos habrá que añadir juicios, hasta por provocación a la sedición, contra diversos miembros de la CUP por teatralizaciones o actos realizados en el ejercicio de sus cargos penalmente irrelevantes.

Los dos brazos de la clase política encausada son claros: los presuntos corruptos, por un lado, y, por otro, los que, pacíficamente, llevan su disidencia política encabezando amplios movimientos sociales.

Las calificaciones jurídicas a las que sucumben los primeros son claras y abrumadoras: prevaricación, malversación, soborno, tráfico de influencias, fraude a la Administración, falsedades, delito fiscal… Las imputaciones a los segundos, pese a la presión del cuñadismo mediático, no parecen ni mucho menos evidentes; es más, parecen inviables.

CLASES DE CELERIDAD

Pero no es solo esta una diferencia esencial. También resulta capital que los segundos son investigados y parece que van a someterse a juicio con una celeridad inversamente proporcional a la lentitud y parones procesales de todo tipo con que se somete a los primeros. La clave de esta flagrante diferencia de trato en el imperio en el que el sol de la igualdad, dicen, no se pone nunca, estriba en la diferente categorización de los políticos implicados.

Los primeros, junto a sus sorprendentemente pocos corruptores, son afines al sistema. Este los ha arropado con denuedo. Los segundos, extramuros del sistema, no merecen más que el 'trato exprés', que, con cinismo, los progubernamentales reclaman para sí. Eso, es decir, no tener corruptores en la causa y carecer de asideros en el régimen facilita la rapidez de los enjuiciamientos.

También en el banquillo hay clases. No podría ser de otro modo.