EL AMFITEATRO

Una ópera en el diván

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ROSA MASSAGUÉ

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Poco a poco vamos conociendo un repertorio operístico que la historia nos había negado y que permite entender desde el punto de vista musical las tragedias que se gestaban sobre un mundo que salía de una guerra y se encaminaba irremisiblemente hacia otro. En esta tarea de difusión de un legado desconocido pero imprescindible el Teatro de la Maestranza de Sevilla y su director artístico, Pedro Halffter, tienen un papel destacado. 

Ahora, tras una versión en concierto en el Festival de Canarias del 2005, ha llegado al teatro sevillano el estreno escénico en España de la ópera 'Der König Kandaules' ('El rey Candaulo'), del vienés Alexander von Zemlinsky.

Si los compositores de origen judío activos en aquel periodo en Centroeuropa, como Viktor Ullmann, Arnold Schönberg, Franz Schreker o Kurt Weill, vieron sus creaciones doblemente rechazadas, en el caso de Zemlinsky, los impedimentos fueron tres hasta el punto que el autor no llegó a ver estrenada esta ópera, la octava de su catálogo, que sería  la última.

Aquellos compositores sufrieron la persecución del nazismo. Acabada la segunda guerra mundial con la derrota de aquel régimen abyecto, las vanguardias musicales que se desarrollaron en Alemania despreciaron la música de aquellos autores por considerarla conservadora.

TERCERA CENSURA // En el caso de Zemlinsky y en particular, de su 'Kandaules' empezada en 1935, la tercera censura que padeció era la que imponía el puritanismo de la sociedad de EEUU, país en el que el compositor había encontrado refugio después de que el nazismo se anexionara Austria en 1938. Ante la imposibilidad de estrenarla, el músico abandonó el trabajo de orquestación de la obra que estaba a medio hacer. La ópera no es estrenaría hasta 1996 en Hamburgo, después de que el musicólogo Antony Beaumont completara el trabajo.

Zemlinsky (1871-1942) era un miembro destacado de la vida cultural vienesa de principios de siglo que se desarrollaba en auditorios musicales, salas de exposiciones y sobre todo, en los salones de la alta burguesía frecuentados por personajes como Sigmund Freud o Gustav Mahler.

Eran los años en que la Secesion con Gustav Klimt al frente había marcado su espacio para quedarse en oposición al arte oficial. Zemlinsky fue maestro de Schönberg (después sería también su cuñado) y de Erich Wolfgang Korngold. Fue profesor de piano y amante de Alma Schindler después de que esta dejara a Klimt y antes de unirse a Mahler.

Su obra musical y en particular operística es un producto típicamente vienés, es la representación de aquel universo de alta cultura en el que abundan personajes muy complejos, con muchas aristas psicológicas. 'Kandaules' sería un gran ejemplo de aquel mundo que llevaba la semilla de su propia decadencia. Zemlinsky, que también escribió el libreto, basó su obra en la narración del mismo título que había hecho André Gide a partir de una historia narrada por Herodoto.

EL SECRETO DE UN ANILLO // Kandaules, rey de Lidia, ofrece un banquete a sus cortesanos a quienes anuncia que mostrará la belleza de su mujer, Nyssia, que ha permanecido oculta bajo un velo. Durante el festín, uno de los comensales se atraganta con un anillo que había dentro de una carpa traída por el pescador Gyges y se lo regala al rey. El anillo tiene una inscripción: "Yo oculto la felicidad". Es un anillo que hace invisible a quien lo lleva.

Kandaules reclama la presencia de Gyges cuya mujer es cocinera en palacio. Un cortesano asegura haberla poseído y el pescador defiende lo que considera es su dignidad matando a la esposa porque solo le pertenece a él, en una versión vienesa del 'la maté porqué era mía'. El rey invita al pescador a su mesa, lo agasaja y lo incita a ponerse el anillo para, haciéndose invisible, poder ver a Nyssia desnuda. Al final cede, el rey se va y es Gyges quien entra en la cama de la reina que está convencida de que está con su marido, con Kandaules

A la mañana siguiente, la reina rememora ante el rey la noche de amor pasada, la más maravillosa de su vida. Kandaules visiblemente enfadado, busca al portador del anillo, pero Gyges se lo entrega a la reina y le cuenta lo ocurrido durante la noche. Nyssia, sintiéndose traicionada por su marido, ordena al pescador que mate al marido y así Gyges se convierte en el nuevo rey.

La historia es de un surrealismo enrevesado y con mucha tela para el psicoanálisis. En realidad, en términos médicos existe el candaulismo que consiste en el impulso psicológico de exponer a la pareja sexual o sus imágenes a otras personas para obtener un placer erótico, una práctica distinta a la del 'voyeurismo'.

Con un planteamiento simbolista, Zemlinsky propone una fábula sobre la felicidad y la verdadera riqueza. Lo dice Gyges en sus primeras palabras en escena, en el prólogo con que empieza la ópera: "¡El que tiene una dicha, que se esconda bien! / Y aún mejor, que esconda su dicha a los demás".

RIQUEZA CROMÁTICA // Musicalmente, Zemlinsky estaba a las puertas de la atonalidad, pero su música sigue siendo tonal. Es el último aliento del post-romanticismo. En este 'Kandaules' hay ecos del Debussy de 'Pélleas et Mélisande', del Bartok de 'El castillo de Barba Azul' y también de Mahler. Y hay una energía, una riqueza cromática y una extraordinaria sensualidad invasora e hipnótica y a ratos violenta, comparable al 'Król Roger' del polaco Karol Szymanowski. 

La producción propuesta por la Maestranza procede del Teatro Massimo de Palermo firmada por Manfred Schweigkofler estrenada en el 2012. La acción se desarrolla en dos niveles algo laberínticos que resaltan la complejidad psicológica de los protagonistas. La escenografía de tiempo indeterminado y un vestuario fantasioso (excepto el de Nyssia y de Gyges) contribuyen a esta indeterminación temporal y geográfica al que se añaden elementos simbólicos aunque algunos resulten innecesarios, como por ejemplo las bailarinas medio desnudas durante la obertura del tercer acto. Es un momento de una gran sensualidad que su presencia devalúa. 

El tenor Peter Svensson y la soprano Nicola Beller Carbone en los papeles de Kandaules y Nyssia procedían del reparto original de Palermo. Se notaba el gran dominio de la partitura algo que ayudaba a la voz algo cansada del protagonista. Martin Gartner como Gyges con su voz de barítono, aterciopelada en momentos, en otros dura, dibujó un personaje que pasa de la seguridad de su mundo de miseria a la perplejidad por cuanto le está ocurriendo.

La mayoría de cortesanos eran voces españoles, empezando por José Manuel Montero (Syphax), Damián del Castillo (Nicomedes), David Sánchez (Pharnaces), Vicente Ombuena (Simias), con la muy destacada interpretación de Mikeldi Atxalandabaso como Sebas. Completaban el reparto Christopher Robertson (Phedros), Matías Tosi (Philebos), Italo Proferisce (Archelaos) y Ievgen Orlov (cocinero).

Halffter dirigía la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla con un resultado excelente para una partitura lujuriante que reclama gran atención por el detalle y mucho control. El director domina, aunque no siempre con el mismo acierto, este repertorio de entreguerras. Bajo su dirección Sevilla ha sido la puerta de entrada en España de obras como 'Der ferne Klang' ('El ruido lejano'), de Franz Schreker, o 'Eine florentinische Tragödie ('Una tragedia florentina') y 'Der Zwerg' ('El enano'), del propio Zemlinsky. La pena es que la programación de la próxima temporada no incluye ningún título nuevo a descubrir del repertorio del siglo XX.

Espectáculo visto el 24 de junio.

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