Editorial

Las víctimas por accidentes acuáticos

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Aunque no tienen la difusión y la resonancia de los accidentes de tráfico, las muertes en playas, piscinas y parques acuáticos -que se producen básicamente durante el verano- también deberían ser un motivo de seria preocupación para las instituciones. Según datos de expertos en gestión de ámbitos acuáticos, cerca de 500 personas fallecieron en España en el 2015 por ahogamiento, cuando en las carreteras hubo 1.126 víctimas mortales. La falta de estadísticas oficiales no permite determinar cuántas de esas muertes en el agua llegaron por causas no directamente relacionadas con un accidente, como puede ser una parada cardiaca. Esos expertos ponen la alerta sobre un déficit de reglamentación adecuada que detalle los parámetros de prevención, seguridad y calidad. Se hacen necesarias, por lo tanto, campañas públicas de concienciación de los bañistas para apelar a su responsabilidad. El respeto del código de banderas para el oleaje y de los avisos de los socorristas en las playas es fundamental, aunque para ello haya que seguir el ejemplo de Tarragona y Salou, que ya multan a quienes los ignoran. También sería positivo, pese al mayor coste para las arcas municipales, destinar más medios de vigilancia en las playas, ampliando la temporada alta, que va del 15 de junio al 15 de septiembre. Y es obvio que la reglamentación debería incidir en que toda instalación, sea piscina o parque, debe estar en óptimas condiciones -y vigilarse que así sea- y disponer de personal con adecuada formación.