Análisis

Redistribuir para poder crecer con justicia

El aumento de la desigualdad no es una gripe, es más bien un tumor que puede acabar en terminal

XAVIER MARTÍNEZ CELORRIO

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Estos días el Parlament de Catalunya celebra el segundo pleno sobre la pobreza, tras el que se hizo en el 2014. Esta vez se ha dado voz a las entidades sociales, y han dicho grandes verdades que son una evidencia. Han sido dos años sin ningún avance serio de lucha contra las desigualdades. Y eso que Catalunya tiene el triste honor de encabezar el aumento de la desigualdad, según el índice Gini, de toda la Unión Europea entre 2007-2014 por haberse disparado en 3,5 puntos. Según estimaciones de la OCDE, cada dos puntos más de Gini el crecimiento económico futuro se retrae 4,7 puntos. Por tanto, es un tema muy serio. Tan serio y con tan enormes consecuencias que Barack Obama ha declarado las desigualdades como el gran tema de las agendas políticas de la próxima década.

Aquí no llegamos a tanto. Aquí ni tenemos una clase empresarial ilustrada y predispuesta a que le aumenten los impuestos patrimoniales (como Warren Buffet, Bill Gates y otros). La inquietud sí ha llegado hasta el Cercle d'Economia en forma de seminario con expertos bajo el paraguas de Antón Costas en el que algunos hemos participado. Pero aunque la economía crezca al 3,4% por el tirón de las exportaciones, la demanda interna sigue sin reactivarse dada la precarización y la contracción salarial. Toda una señal del modelo de dualización social que se está imponiendo: sectores de clase media empleada y conectada con los mercados globales y un gran conglomerado del 40% de la población rezagada, estancada y vulnerable que quedará fuera de la débil recuperación.

POBREZA Y SOBERANISMO

El mal llamado pleno de la pobreza sigue poniendo el foco en 150 medidas paliativas y sin indicadores de seguimiento. En un contexto de asfixia financiera donde, por ejemplo, los 20 millones que el plan de emergencia del Govern quiere destinar a educación tan solo representan el 7% de los recortes realizados entre 2009-2013 en las partidas relacionadas con la equidad y la inclusión educativa. El resto de los 250 millones pactados por Junts pel Sí y la CUP en su plan de choque siguen siendo insuficientes y paliativos. Normal si encima cada año la Generalitat tiene que pagar 380 millones de intereses al FLA del señor Montoro. Sí, ese ministro que dice que las estadísticas de pobreza y desigualdad en España son mentira mientras autoriza un aumento de 7.000 millones del presupuesto militar al margen de las Cortes.

El dilema de la extrema desigualdad y del descensor social en Catalunya es único en el mundo. Da para una tesis. De hecho, la clave ganadora del salto soberanista es la demanda redistributiva por delante de la identitaria. Sorprende que no se concrete un plan potente, serio y experto en diferentes plazos. ¿Podemos fijar en el medio plazo una renta infantil para familias pobres? Solo implicaría el 4,5% de nuestro actual fraude fiscal. Y así, suma y sigue. El aumento de la desigualdad no es una gripe, es más bien un tumor que puede acabar en terminal. Un tumor que puede poner punto final tanto al proceso soberanista como a este modelo económico de individualismo posesivo con pies de barro.

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