Salvar a la infanta

El día después llama poderosamente la atención la insistencia y persistencia del fiscal Horrach en librar a la hermana del Rey de ser juzgada

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Es evidente que si en la sala está la hija de un rey, la hermana del Rey, todo, absolutamente todo, gira alrededor de su alteza. Y eso fue lo que ocurrió el pasado lunes en el tercer piso de la Escuela Balear de Administración Pública. Todas las miradas y casi todo lo que ocurrió, y se dijo, allí durante 12 interminables horas, giró alrededor de la infanta Cristina, que vivió impertérrita, hierática, toda la sesión, sin mover un dedo, sin un gesto y sin ni siquiera tocar el bolso que dejó bajo su silla. Es más, en caso de que la infanta se libre de sentarse finalmente en el banquillo, el 'caso Nóos' acabará convirtiéndose en una carpeta más del 'Palma Arena'. Y punto.

De ahí que lo que más llamara la atención de esas 12 agotadoras horas no fuese, no, ni siquiera el lucimiento de algún que otro abogado, como es el caso de la estrella Cristóbal Martell o Manuel González Peteers (pidió que el cuñado y suegro del señor Urdangarin declaren y fracasó, de nuevo, en su intento), que acumularon más del cuarto de hora de gloria que merece todo el mundo, o las charlitas 'sotto voce' entre Iñaki Urdangarin y Diego Torres, preludio, tal vez, de algún acuerdo final con el fiscal, sino el insistente papel de Pedro Horrach, que hasta llegó a citar a Manuel Azaña, liquidador de la Monarquía borbónica y presidente de la República ("Lo que importa es tener razón y saber defenderla"), para tratar de salvar a la infanta del banquillo.

Es verdad que Horrach se ha comportado así durante el primer minuto del caso, pero no es menos cierto, como le recordó Virginia López, abogada de Manos Limpias, la única que acusa a su alteza, que "únicamente tiene este comportamiento con la infanta Cristina y no hace lo mismo con otros acusados, como Alfonso Grau o Salvador Trinxet, que están en la misma situación que la hermana del Rey". Es más, Horrach se sacó, después de comer y tras años de instrucción, un nuevo informe de una experta tributaria que incide en que Cristina no ha cometido ningún delito. Todo eso unido a "la pesadilla" que, según su abogado Jesús María Silva, está viviendo la infanta.

Lo cierto es que, poco antes de las 10 de la noche, cuando esta primera jornada de dimes y diretes judiciales tocaba a su fin, o eso creíamos, oímos lo que acabaría siendo una despedida pero que, en aquel momento, no lo pareció, por parte de la impecable presidenta Samantha Romero, que anunció, como si fuesen a decidir de inmediato, ¡ya!, casi de madrugada, "sobre las cuestiones previas planteadas por las defensas", entre ellas la petición de archivo de la causa para la infanta Cristina. Y lo que dijo, aunque no se le entendió bien, fue que ella y sus dos compañeras, Eleonor Moyá y Rocío Martín, decidirán antes del 9 de febrero, fecha en que todos ellos, con o sin su alteza, regresarán a la misma sala.

No solo llamó la atención la enorme, grandiosa y erudita defensa que tanto Horrach como la abogada del Estado, María Dolores Ripoll, expertísima en derecho tributario, hicieron de Cristina, sino también la aparición, en los aledaños del edificio donde se celebraba la vista, del juez que debía de haber presidido ese tribunal, Juan Pedro Yllanes, nuevo 'podemita', que no se arrepentía de haber cambiado de profesión y haber cambiado su rol en la sociedad "aunque solo por la expectación creada hubiese sido una experiencia interesante presidir ese tribunal". Yllanes cree, aunque sin gran rotundidad, que a Cristina no se le puede aplicar la 'doctrina Botín'. "No hay mucha identidad entre lo dictado por el Tribunal Supremo en el 2007, que dio lugar a la 'doctrina Botín' y el caso de la infanta". Apuntó que en lugar de lucrarse, en esta ocasión se trata de un caso de cooperación con lo que, en principio, le parece que la situación "no es igual a la que dio lugar la resolución del 2007".

Virginia López, abogada de Manos Limpias, ha aprendido a sintetizar las secuelas de la 'doctrina Botín'. Su reconversión a Miquel Roca, defensor de la infanta, al enfatizarle que un padre de la Constitución no debería de ser tan cicatero en el uso de la acusación popular, fue de lo más efectista de la jornada. Eso y la petición de López de que Cristina "pueda demostrar su inocencia en el juicio". Para la abogada acusadora de la realeza sería malo para todos, "para la justicia, para la Casa Real, para la imagen del Rey y para la infanta, que Cristina se librase de ser juzgada porque, si se la exculpa, ahora quedaría estigmatizada de por vida".